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El uso del teléfono móvil al volante se ha convertido ya en la primera causa de muerte por distracción en las carreteras españolas, según sostienen los expertos en seguridad vial. El último caso es el de un madrileño que falleció arrollado por otro vehículo en julio mientras trataba de salvar su teléfono móvil, que se le había caído del coche cuando circulaba por la Autovía del Cantábrico. Pero no es el único. Son numerosos los accidentes provocado por el uso indebido del teléfono al volante.

En abril, una joven de 19 años fallecía al ser arrollada por un tranvía en la avenida de Tarongers mientras miraba su móvil inteligente; y el mes pasado, un conductor de la EMT era expedientado tras ser grabado mientras conducía. Tan alarmante es la situación, tanto para peatones como para conductores, que la pasada primavera el Ayuntamiento de Valencia llevó a cabo una campaña de concienciación en la que instaba a los ciudadanos a «aparcar el móvil», mientras recordaba que el selfie o el tuit pueden esperar hasta llegar a casa para compartirlos.

La costumbre de actualizar constantemente las redes sociales o comprobar si se ha recibido un mensaje también se ha trasladado

al momento en el que se viaja por carretera. «Con la inclusión del manos libres habían bajado este tipo de distracciones al volante, pero ahora se han añadido el Whatsapp y las demás redes de mensajería», alerta Mario Arnaldo, presidente de la Asociación Europea de Automovilistas (AEA).

Más pedagogía

Ante esta arriesgada actitud al volante, Arnaldo apuesta por otramanera de encarar el problema: «No se puede solucionar sólo con multas, sino con más pedagogía y didáctica». Las sanciones que castigan esta práctica suponen un importe medio de 200 euros y la retirada de tres puntos del carné. Por su parte, Raimundo García Cuesta opina que la Dirección General de Tráfico «debe seguir trabajando para concienciar a los usuarios deque no utilicen el teléfono. Se está arriesgando la vida por algo prescindible».

El uso constante de las nuevas tecnologías continúa más allá de este medio de transporte, con comportamientos que en algunas situaciones pueden llegar a considerarse de carácter adictivo. «La dependencia extrema de los móviles se parece al mono», asegura José Díaz, catedrático de Psicometría. «Hay personas que te dicen que les sería impensable estar un día sin él», añade. «Hay que informar, y en casos extremos acudir a un profesional».

Este tipo de conducta puede explicarse por la reciente aparición de estos dispositivos. «Han entrado en tromba en nuestras vidas y nos han pillado desprevenidos biológica, psicológica y socialmente hablando», asegura el sociólogo Arsenio Valbuena.

«Normalmente transcurren veinte años entre que se producen los cambios materiales y tienen lugar los correspondientes cambios en el comportamiento social. En este caso son tan vertiginosos y constantes que es imposible adaptarse, por lo que hay que adelantarse a esas transformaciones». Una irrupción, que según Valbuena, también ha afectado a las relaciones personales: «Con los móviles se están apagando las interacciones cara a cara».

Para el psiquiatra Pedro Trabajo, tampoco debe crearse una gran alarma social, pero destaca que «cada nuevo avance lleva aparejada su némesis».