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Medio Ambiente

Un estudio europeo avala la utilización de cipreses como cortafuegos

Científicos valencianos demuestran que estos árboles tardan en arder hasta siete veces más que otros ejemplares típicos del Mediterráneo

Parcela de cipreses intactos en el incendio de Andilla.

El hallazgo en Jérica, en 2012, de una parcela de cipreses que no habían ardido tras el incendio forestal que devastó la zona, fue una sorpresa para casi todos. Sin embargo, en el Departamento de Árboles Monumentales de la Diputación de Valencia y en Imelsa los técnicos forestales esbozaron una sonrisa: era verdad. Aquel hallazgo demostraba, aunque no de manera científica, una de las sospechas más recurrentes entre los expertos forestales: que los cipreses pueden actuar como cortafuegos debido a su peculiar morfología.

Así ha quedado demostrado en un estudio publicado en el número de agosto de la revista científica «Journal of Environmental Management» y elaborado tras tres años de estudios en el laboratorio del Departamento de Selvicultura y Gestión de Sistemas Forestales del Centro de Investigación Forestal dependiente del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y el del Instituto para la Protección Sostenible de las Plantas en Florencia.

«Solo un 1,27 por ciento de los ejemplares de cipreses ardió, mientras que los árboles de otras especies de alrededor de la parcela resultaron calcinados», explicó el responsable del departamento de Árboles Monumentales de Imelsa, Bernabé Moya, que participa también en el proyecto internacional. Los trabajos demuestran que los cipreses tardan en arder entre 1,5 y 7 veces más que otras especies típicamente mediterráneas como el pino, el enebro o la encina. Además, en las hojas y las ramas el ciprés tiene un alto contenido en humedad, de entre el 84 y el 96 %, lo que retrasa el momento de la ignición.

La forma de la copa del árbol también influye. Las ramas muertas caen con facilidad y se alejan de los árboles, así como la hojarasca. La resina del ciprés, además, no prende como la de otras especies porque los compuestos inflamables se gasifican en los momentos previos a la ignición. La savia y resina de los árboles suele ser inflamable y acelera los incendios forestales.

Pantalla «cortavientos»

Los resultados preliminares demuestran, según Moya, que los cipreses que sobrevivieron al incendio de Andilla tienen menor inflamabilidad. Se trata de cipreses que crecen de forma libre, que no se podan y que tienen la rama de la variedad horizontal. Estos ejemplares crean una pantalla «cortavientos» y no generan ramas secas, «lo que posibilita que no haya combustible seco y ayuda a que se propague más lentamente el fuego», añade el investigador.

Para Moya es importante distinguir estos ejemplares de los utilizados en las vallas de seto, habituales en las urbanizaciones, que se recortan y podan y que sí que producen ramas secas en su interior. En estos casos aconseja a los propietarios que abran los setos y los limpien de todo el material que puede actuar como «combustible seco». Respecto a la utilidad del ciprés en la prevención de incendios, Moya considera que puede ser un «instrumento más» y ayudar a reducir el avance del fuego en zonas periurbanas, más sensibles y donde habitualmente se producen los focos. También pueden contribuir a separar zonas agrícolas o crear pantallas en áreas urbanas.

El ciprés mediterráneo, introducido en España hace 2.000 años, se adapta muy bien a zonas áridas y secas, y su comportamiento «no es invasivo», explica Moya. Imelsa continuará sus investigaciones en laboratorio y mantendrá la reserva de genotipos de Andilla, y apuesta además por continuar investigando sobre estas especies arbóreas y poner en funcionamiento nuevos campos experimentales. Los informes preliminares de la parcela experimental de Andilla tras el incendio han sido presentados en el IPP de Florencia, coordinador científico del proyecto CypFire.

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