­De las entrañas del Macizo del Caroig emerge una de las concentraciones más vastas de arte rupestre del arco mediterráneo. Las Cuevas de la Araña, Patrimonio Mundial de la Humanidad desde 1998, se abren al visitante en el epicentro de un paisaje forestal privilegiado, que esconde los tres abrigos naturales que componen el extraordinario yacimiento como quien guarda un secreto inconfesable. Ahora es posible sumergirse en el universo del Neolítico y comprender de primera mano lo que quisieron expresar quienes moraron hace más de 5.000 años el enclave, donde pueden contemplarse hasta 150 figuras cuya belleza y calidad atrae expresamente a amantes de la historia procedentes de todo el mundo.

Un convenio de colaboración entre el Ayuntamiento de Bicorp y una empresa especializada en la difusión del patrimonio arqueológico abre las puertas de las cuevas y ofrece un recorrido guiado que contextualiza los restos en el marco histórico y cultural en que se gravaron. Eso sí, antes de disfrutar de la explicación hay que recorrer una ruta de 100 metros, atravesar un barranco escarpado del río Cazuma y una zona cerrada de pinos: una oportunidad única de disfrutar de la variedad de flora y fauna presente en el entorno. La experiencia senderista se completa con la visita al ecomuseo de Bicorp, donde pueden hallarse más claves sobre la importancia de la localidad en la escena prehistórica.

Trinidad Martínez, doctora en arqueología, es una de las encargadas de acercar las cuevas a los visitantes, que suelen ser organizados en grupos reducidos de ocho personas. La especialista lamenta que el yacimiento es aún desconocido para el gran público autóctono. «Viene gente de todas las partes del mundo; más extranjeros que de aquí». La escena de la recolección de la miel, única por su belleza pictórica, es el principal atractivo.