Cuenta la Biblia que Pedro negó tres veces a Jesucristo antes de que cantase el gallo. El expresidente de la Generalitat Francisco Camps (Valencia, 1962) ya acumula más negaciones de los que formaban parte de su núcleo más cercano, y eso que el gallo aún no ha cantado. La exconsellera de Turismo, expresidenta de las Corts y exalcaldesa de Novelda, Milagrosa Martínez, ha sido la última en renegar en público sobre su persona.

Martínez, juzgada estos días en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) por una pieza separada del caso Gürtel, derivó a Camps su responsabilidad al asegurar que ella se limitaba a firmar lo que le ponían delante y a seguir los dictados del entonces presidente del Consell. Pero no sólo se quedó ahí, sino que también admitió que cuando dio el salto de la política municipal al Consell, en 2004, no tenía ni idea del área que iba a dirigir. «Me llamó [Camps] y me dijo que sepas que te acabo de nombrar consellera de Turismo». Y ella le respondió: «¿Tú sabes lo que has hecho?... Yo no sabía ni lo que era Fitur, ¿ Me explico?».

Así se mostró la exconsellera a preguntas del Fiscal, una comparecencia en la que se parapetó detrás de tres nombres: Francisco Camps, Isabel Villalonga -exsubsecretaria de Turismo- y Rafael Betoret. Éste último, exjefe de gabinete en Turismo e imputado también por Fitur, ha sido otro de los que han cargado contra el exjefe del Consell. «Camps me engañó vilmente», aseguró un día antes de que arrancase la comparecencia de Martínez, en una semana en la que Camps ha sido protagonista en los juzgados.

El exjefe de gabinete acusó a Camps de haberle engañado para que se declarara culpable en la causa de los trajes. Cuestionado acerca de los motivos por los que se declaró culpable de cohecho impropio, Betoret argumentó que firmó su autoinculpación porque Camps se lo pidió «personalmente». «Nunca me hubiese conformado con esa sentencia, me engañaron vilmente para que me conformase diciendo que era el acuerdo al que habían llegado todas las partes [Camps, Costa, Campos y él], me negué hasta última hora, firmé porque me dijo que firmase», sostuvo. En ese caso, sólo Betoret y el exvicepresidente del Consell, Victor Campos, aceptaron la condena, frente a Camps y a Ricardo Costa, exnúmero dos del PP, que fueron a juicio.

Pero no sólo Milagrosa Martínez y Rafael Betoret han renegado de Camps en sede judicial. Antes lo hicieron, entre otros, Álvaro Pérez «El Bigotes» y Pablo Crespo, dos de los principales cabecillas de la Gürtel. «El Bigotes» negó recientemente haber mantenido «jamás en la vida» una relación «íntima» de amistad con Camps. Eso sí, admitió una relación «cordial y amable» con el exdirigente del PP, que hoy ocupa un puesto como consejero nato en el Consell Jurídic Consultiu, en su condición de expresidente de la Generalitat, por el que percibe unos 52.000 euros al año, más chófer, secretaria personal y escolta.

Sin amistad de ningún tipo, pero con negación de por medio, se pronunció a principios de este mes Pablo Crespo. «Nunca he visto a Camps», sentenció, a la vez que sí admitió cierto contacto con el exsecretario general del PPCV Ricardo Costa. «Con él he comido tres o cuatro veces, nos hemos visto ocho o diez más y hemos hablado por teléfono 20 veces», apuntó el que también fuera dirigente del PP, aunque en Galicia.

Fuera de los juzgados y con un componente puramente político, otra de las recientes negaciones que recibió Camps procedió de su sucesor. En público y en presencia de Rajoy y de todos los barones del PP, Alberto Fabra renegó de la herencia que asumió de Camps hace ahora cuatro años, a la vez que reivindicó su gestión durante la pasada legislatura. «Me encontré con las cuentas en rojo, la economía en recesión, el paro desbocado y, lo que es peor, con un sentimiento de desesperanza entre los ciudadanos porque la sombra de la corrupción manchaba todo el trabajo realizado», alegó.

Pons, Urdangarin y la toga

También dirigieron sus particulares balas al expresidente otros miembros de su partido. Entre ellos, Esteban González Pons, hoy eurodiputado popular. Tras la ratificación de su absolución por el caso de los trajes, el nombre de Camps volvió a aparecer en otra de las investigaciones por corrupción: el caso Nóos. Durante su declaración como testigo por este asunto, fue el propio González Pons el que apuntó a Camps, al asegurar que fue el expresidente el que propuso que Valencia optara a los Juegos Europeos, proyecto por el que fueron pagados 382.203 euros al Instituto Nóos. Una cifra más llamativa si cabe porque el evento nunca llegó a celebrarse.

Pero no sólo han renegado del dirigente caído políticos y empresarios, sino también jueces. El entonces presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV), Juan Luis de la Rúa, defendió que su relación con Camps era «institucional» y «no de amistad íntima». Así de rotundo se mostró De la Rúa cuando habló sobre su vinculación con Camps.

De igual manera, Fernando de Rosa, que dirigió la Conselleria de Justicia con Camps como presidente, también rebajó al máximo su vinculación. El ahora presidente de la Audiencia Provincial de Valencia defendió recientemente que sus amigos son «los de toda la vida», cuestionado por su relación con Camps: «Mantengo una amistad con mis amigos de siempre, que no tienen ningún cargo». Sin embargo, Baltasar Garzón llegó a pedir su recusación en un proceso por su «amistad íntima» con Camps.

Y en esa sucesión de «portazos», a Francisco Camps le ha llegado a negar hasta Santiago Calatrava, su arquitecto de cabecera. Eso sí, la lista es susceptible de ir aumentando.