La Guardia Civil celebró ayer en Valencia, en el acuartelamiento de Cantarranas, su día grande. Se trata del día de la patrona, el día del Pilar. Una ocasión perfecta para, además de desfiles y proclamas a la bandera, exhibir las caras más anónimas del instituto armado.

Durante la jornada se impusieron un total de 80 medallas y se otorgaron seis menciones, pero no solo a personal del cuerpo, guardias y oficiales, también a miembros de la sociedad civil y ciudadanos de a pie que, por alguna acción en particular, hayan colaborado en algún momento con el quehacer de la Benemérita.

Ese es el caso de Alfredo y Joan, dos hombres que en un trayecto en autobús de camino a Alicante impidieron que terminara en tragedia. Al parecer, el conductor del vehículo, que en ese momento contaba con más de 30 pasajeros, comenzó a sentirse mal, y los ahora condecorados consiguieron hacerse con el control del volante y los pedales y detener con seguridad el vehículo.

También se reconoció ayer la labor del teniente de helicópteros José Ramón Bueno Zurdo, que el pasado mes de marzo, cuando se hallaba destinado en comisión de servicios en Palma de Mallorca, salvó la vida de un hombre y sus dos hijos. Los tres se despeñaron por una ladera una tarde en la que había nevado y la conducción era peligrosa.

«Con poca visibilidad y con el viento en contra, conseguimos localizarlos y trasladarlos. Si no llegamos a conseguirlo, hubieran tenido que portearlos durante cuatro horas hasta una zona accesible para el helicóptero», relata el condecorado. Cuando los rescataron, el padre y el hijo pequeño, de 9 años, sufrían graves heridas e hipotermia.

Por su parte, Amador Pérez Navarro, guardia civil del Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña (Greim) destacado en Ontinyent, colaboró en el rescate de 21 barranquistas que quedaron atrapados en el Barranc de l’Infern. «Uno de ellos, lamentablemente, falleció. Estuvimos toda la noche y hasta las 14 horas del día siguiente rescatando al resto. Fue una operación especialmente complicada. El helicóptero lo tiene muy difícil ahí, hay que descender por una bajada de más de 150 metros», relató a Levante-EMV. «De aquella larga noche me quedo con las caras de los barranquistas cuando llegamos, caras de esperanza y un poco de paz», cuenta este experto montañista.

Gestos emotivos

Durante la celebración se vivieron pequeños y emotivos gestos, como el de uno de los condecorados, quien nada más recibir la medalla al mérito de la Guardia Civil optó por colocársela a su hija, de dos años de edad. El cabo José Manuel Bellver, jefe del Equipo ROCA de Paiporta, explicó a los periodistas allí congregados que en su trabajo diario siempre tiene como reflejo a su hija.

«Todo mi trabajo lo hago pensando en ella, por el bien de la sociedad, para que pueda vivir en un lugar mejor y más seguro», argumentó. Aunque reconoce los peligros que su labor conlleva. De hecho, en noviembre de 2011 el cabo Bellver estuvo a punto de perder la vida tras caer desde un tejado durante una persecución en unas naves de Beniparrell.