­ «Muchas veces nos intentan provocar hablando en valenciano. Yo soy valenciano y estoy orgulloso de serlo. Él nos hablaba en valenciano... Más bien catalán. Si es en valenciano, a mi me parece correctísimo porque es una de las dos lenguas cooficiales, pero en catalán, no», alegó ayer en su defensa Ricardo C. V., el policía nacional acusado de detener ilegalmente, vejar, insultar y lesionar al «dolçainer» de Ontinyent y miembro de Obrint Pas, Miquel Gironés.

Ricardo C. V. se sentó ayer en el banquillo de los acusados junto a su compañero de patrulla aquel día, Joaquín C. G., en el juicio celebrado en la sección quinta de la Audiencia de Valencia, que ayer quedó visto para sentencia. Antes de la vista, ambas partes estuvieron a punto de llegar a una conformidad (los policías iban a reconocer los hechos a cambio de que solicitaran perdón a Gironés, quien iba a renunciar a las indemnizaciones), pero el fiscal vio «técnicamente imposible» el acuerdo.

La Fiscalía solicita, en sus conclusiones definitivas, la inhabilitación durante diez años de los dos policías y que paguen una multa cada uno de 3.000 euros, por un delito de detención ilegal cometido por funcionario público (artículo 167 en relación con el 163.4 del Código Penal). También reclama el pago de otra multa de 1.200 euros para Ricardo C. V. por las lesiones a Gironés, más otros 400 euros por otra falta de amenazas y vejaciones injustas. El Ministerio Público también pide que indemnicen al conocido dolçainer con 3.000 euros por «daños morales», más 180 euros por las lesiones que sufrió. Si no se admiten estas acusaciones, la Fiscalía solicitó que se les condene por el artículo 530 del Código Penal, que rebaja a cinco los años de inhabilitación, para «el funcionario público que acuerde, practique o prolongue cualquier privación de libertad de un detenido, con violación de los plazos legales».

Los dos policías, Ricardo C. V. y Joaquín C. G., alegaron ayer ante el tribunal que detuvieron a Gironés porque el músico «se resistió» a identificarse y a ser detenido. «También me empujó por detrás. No fue fuerte, pero tampoco fue leve», explicó en su defensa Ricardo C. V., el agente al que se acusa de lesiones por golpear en la cara a Gironés, cuando estaba esposado en el coche policial.

La versión de Miquel Gironés fue diametralmente distinta. «Ha sido la peor experiencia de mi vida», relató el músico, quien detalló que todo empezó por «unos pañuelos que se me cayeron del coche cuando buscaba unas llaves». Gironés explicó que no se resistió en ningún momento, ni mucho menos empujó al policía. «Intenté explicarles que no estaba tirando los papeles y que la caja del maletero contenía un laud de gran valor. Pero al hacerlo en valenciano dijeron: "Encima habla en catalán o valenciano, o lo que quiera que sea", y que era una falta de respeto que yo les contestara en valenciano si él me hablaba en castellano».

Un vecino de Benimaclet corroboró ante el tribunal que Gironés «no se resistió cuando lo llevaban al coche». Y que vió al policía «meter medio cuerpo» en el vehículo policial dos veces, cuando Gironés ya estaba dentro, «y cómo el coche se movía». Gironés denuncia que recibió «8 o 9 puñetazos». Aquel día estuvo detenido durante cinco horas.

«Nos intentan provocar»

Los dos agentes negaron que les molestara o recriminaran al «dolçainer» que les respondiera en valenciano. En el atestado reflejaron que les respondió en esta lengua y durante la instrucción especificaron que «nos intentan provocar hablando en valenciano» y consideran dirigirse a ellos en valenciano «como motivo de ofensa», según dijo el abogado de la acusación, Iván Segura.

«A mí no me molesta. Si es valenciano me parece correctísimo, pero si es catalán, no», explicó Ricardo C. V., cuando se le preguntó si le molestaba que le respondieran en otra lengua. Aunque enseguida matizó. «Con el tema del valenciano, voy a dar un dato: Tengo una hija en edad escolar y la puse a estudiar en la línea en valenciano. No tengo ningún problema con el idioma», explicó. El otro agente remachó: «A mí no me ofende que me hablen en valenciano porque soy valenciano».

El abogado de los agentes aludió en su alegato final al «inexistente conflicto del uso de las lenguas oficiales. Debe existir en su mente, porque en modo alguno lo está en los cuerpos de seguridad». La acusación particular pide que sean condenados a tres años de cárcel y 10 de inhabilitación.