Los efectos adversos producidos por la ingesta de medicamentos matan siete veces más que los accidentes de tráfico. En España las cifras que se barajan son de 8.000 muertos al año y es la quinta causa de muerte. Así de claro lo afirmó ayer el presidente de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria, José Luis Poveda, en la apertura del 60 congreso nacional de esta entidad que se celebra en Valencia.

El especialista, farmacéutico del hospital La Fe, indicó que a veces en los ensayos clínicos que se hacen para comercializar un fármaco no aparecen todas las reacciones adversas.

«No hay medicamento con el que los pacientes respondan de la misma forma», declaró Poveda que apuntó que la Fe da 10.000 tratamientos farmacológicos al año, entre pacientes oncológicos, sida, hepatitis C, fibrosis quística y esclerosis, que son los destinatarios habituales. «Son enfermos crónicos a quienes además de dispensarles un tratamiento se les hace un seguimiento para controlar si aparecen efectos adversos», agregó Poveda.

El manejo inadecuado de los fármacos y los errores y uso indebido de los mismos también provocan reacciones que, en ocasiones, pueden ser mortales. No obstante, el presidente de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria resaltó que el Sistema de Farmacovigilancia permite realizar un seguimiento de las nuevas presentaciones porque las principales alertas vienen, justamante, de los nuevos fármacos que es de los menos información hay.

José Luis Poveda aseguró que el medicamento de uso más extendido en los hospitales es el paracetamol, «porque casi todos los pacientes tienen dolor». Los que más gasto ocasionan son los oncológicos (una media de 30.000 euros por paciente al año; los que se usan para tratar la hepatitis C que cuestan unos 18.000 euros, los que se prescriben a los enfermos con VIH que rondan los 60.000 euros al año.

El portavoz de los 3.500 farmacéuticos hospitalarios que hay en España indicó solo un 20 % de los servicios de urgencias dispone de un profesional especializado, un número muy pequeño habida cuenta de que los enfermos que acuden a urgencias: oncológicos, polimedicados y pediátricos, son más vulnerables a tener reacciones inesperadas a la medicación.

Y en este sentido, el papel del farmacéutico es «clave» en la detección de interacciones, así como de la correcta administración del fármaco y en la selección de la terapia más eficiente y segura.

Mas riesgo de errores

La doctora Montserrat Pérez, jefa del servicio de Farmacia de hospital de Alcorcón que moderó la mesa dedicada a la seguridad del paciente, manifestó que en los servicios de urgencia hay mayor riesgo de que un paciente sufra un error de medicación debido, entre otras cosas, a la sobrecarga asistencial, al estrés con el que se trabaja y al insuficiente conocimiento del propio enfermo.

En el congreso también se dio a conocer que la mitad de los pacientes crónicos no cumple el tratamiento, que las enfermedades crónicas centran el 80 % de las consultas de primaria y el 60 % de los ingresos hospitalarios, además de ser la primera causa de gasto sanitario por las descompensaciones que sufren los enfermos y los reiterados ingresos.