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Cabeza de lista del PP por Valencia al Congreso

Elena Bastidas: "Los diputados del PPCV no seremos palmeros de Rajoy"

«Quien me conoce sabe que llevaré la defensa de los valencianos hasta el final; es el momento de la financiación»

Elena Batidas, durante la entrevista en la sede popular en Valencia. Eduardo Ripoll

Entre los muchos novios que tenía el cartel electoral por Valencia ( un ministro y un delegado de Gobierno)usted es quien se ha llevado el gato al agua. ¿Cómo lo ha logrado?

Eran sólo quinielas. Cualquiera de ellos habría sido un magnífico candidato. De hecho, el ministro Margallo encabeza la lista por Alicante. Y si se ha optado por mi humilde persona es porque la presidenta regional y el presidente provincial han apostado por la política de proximidad, por alguien que tiene una bagaje político vinculado a la calle, al municipalismo.

¿Qué puede ofrecer la política municipal al ámbito nacional?

En Francia es casi obligatorio pasar por la academia de la administración para ejercer cargos responsabilidad. Los tiempos han cambiado. Existe desafección hacia los políticos y una de las principales preocupaciones de los ciudadanos es la corrupción política. Debemos hacer una seria reflexión sobre todos los errores que hayamos podido cometer. Venimos de la calle, sabemos detectar cuando un vecino está cabreado y por qué, su grado de enfado. Los alcaldes hemos sido la voz, los oídos e incluso el paño de lágrimas de los ciudadanos, quienes hemos recibido los golpes de mucha gente. Con las candidaturas se ha querido llevar, desde abajo, la voz de la calle al Congreso de Madrid,y también al partido.

¿Falta humildad en la política?

Se han hecho cosas mal, pero también cosas bien. Me gusta que la gente aprecie que somos capaces de hacer actos de constricción, de pedir perdón. Cuando llevas muchos años gobernando, a veces corres un riego: perder el sentido de la realidad. En el PP somos gente normal, no estamos en posesión de la verdad absoluta. No sé si llamarle humildad, pero, por su puesto, hemos de ser capaces de enmendar los errores.

¿Y cómo lo hará para no perder el contacto con la calle?

Quiero seguir siendo la misma. Aunque tenga que desplazarme a Madrid para cumplir con mis nuevos cometidos, seguiré viviendo en mi casa de Alzira, donde siempre he vivido, y no dejaré de relacionarme con la gente con la que me relaciono ahora. Alzira es el lugar donde quiero estar porque es mi pueblo. Mis amigos han visto que no me cambió la federación, ni la diputación, ni la alcaldía y es muy improbable que cambie me el Congreso. Además, seguiré siendo concejal. Tengo un compromiso con 7.500 votantes. Soy una persona con un sentido casi medieval de la palabra dada. No hace falta que firme un papel.

Encabezará una lista que puede perder la mitad de sus diputados ¿Qué resultado espera?

Hay que ser realista. El resultado de hace cuatro años es impensable e imposible. Un buen resultado es mejorar sustancialmente el de las autonómicas y estamos en condiciones de decir que lo vamos a lograr. No vamos a sacar nueve por Valencia, pero tampoco cuatro o cinco. La gente empieza a percibir la recuperación y ha visto un presidente contundente en un asunto capital como es la unidad de España. Está sirviendo para afianzar esa tendencia alcista en general y en particular, en la C. Valenciana. Hemos hecho un esfuerzo desde la dirección para rearmarnos ideológicamente y levantar el ánimo después de la decepción del 24M. Ya estamos recuperados, con el chip cambiado, y con ganas de pelear y sacar unos buenos resultados.

Ciudadanos aprieta ¿Qué tiene Rivera que gusta tanto que no tiene Rajoy?

No voy a ir contracorriente, sería una temeridad por mi parte. Es un chico con buena planta, que queda bien en la cámara. La imagen es muy importante para la política y para la vida. Y su imagen es impecable. Es un buen orador, comunica bien y se deja querer por las televisiones. ¿Tener menos años es bueno o es malo? Según para qué. Si yo subo a un avión y quiero ir a Nueva York: entre que me lleve el piloto más guapo de la compañía o el que tiene más horas de vuelo, me voy con el segundo. En política es lo mismo. La edad no es un mérito. En este momento debe primar más la experiencia y la serenidad que la imagen. Quizás la de Rajoy no sea tan buena como la de Rivera, pero la gente lo que quiere es llegar a fin de mes, estar seguros que nadie rompe España. Y hoy por hoy, con todos los años a sus espaldas, eso lo representa Rajoy.

El PP ya tiene candidatos, ahora le falta el programa. ¿Qué cuestiones cree que sí o sí deben figurar en ese documento?

La financiación es un tema capital, donde no puede haber fisuras. Todos los partidos tenemos que estar de acuerdo en plantear al gobierno que resulte de las urnas. Ese debe ser el caballo de batalla, no del grupo de diputados valencianos del PP, sino de todos los diputados valencianos. El primer paso ya está dado con la toma en consideración de la reforma del estatuto. La imagen de unanimidad es lo importante. Y a Rivera le mandaría el informe del comité de sabios para que sepa que la CV está mal financiada. La señora Punset, en lugar de estar pensando si se va o no a Bruselas, debería enviárselo. A lo mejor esto le supone a Ciudadanos un revés.

Los diputados valencianos del PP han votado esta legislatura varias veces en contra de exigir al Gobierno un cambio de modelo. ¿Está en condiciones de garantizar que no seguirá primando la disciplina de partido?

En doce años de alcaldesa nadie me llamó para decirme qué tenía que votar o qué hacer. Los intereses de la tierra están muchas veces por encima de los del partido y el PPCV lo ha tenido muy claro. La financiación siempre ha sido necesaria, pero si la hubiéramos abordado hace tres años, ¿qué nos hubiera tocado?, ¿la pedrea? Cuando uno tiene dinero, reparte dinero, cuando no, reparte miseria. El cambio no se abordó porque no se podían cumplir las expectativas de los valencianos, no nos hubieran dado lo que nos merecemos. No era el momento. Ahora sí. Estamos en condiciones de pedir lo que históricamente nos toca.

Si Rajoy sigue en el Gobierno ¿serán sus palmeros?

No vamos a ser palmeros de Rajoy, entre otras cosas, porque ya tendremos desde aquí a nuestra presidenta, recordándonos cuál es nuestra misión. Quien me conoce saben que defiendo con vehemencia y pasión lo que creo. Y creo que esta Comunitat ha sido maltratada económicamente demasiado años por los socialistas. Llevaré esta defensa de los intereses de los valencianos hasta el final.

¿Qué tiene de nuevo ese nuevo PPCV del que hablan?

No renunciamos a las cosas buenas que se han hecho y es nuestra obligación ponerlo en valor. Son años de experiencia. Isabel [Bonig] ha sabido sintetizar todo lo bueno de los distintos presidentes, con sus aciertos y equivocaciones. Y también ha puesto gente comprometida y que da la cara en su equipo. Hay nuevos mensajes y formas de comunicar, por ejemplo, en las redes sociales, y hay nuevas formas de hacer política. Eso es el nuevo PP: sintetizar lo bueno, corregir los errores y dar la cara por lo bueno y por lo malo.

Ya que los ha aludido. Dígame lo peor y lo mejor de Zaplana, Camps y Fabra.

Zaplana supo romper el feudo socialista que, en ese momento, y sin un perfil como el suyo, habría sido imposible. Lo menos bueno es que durante su etapa de presidente no aprendió valenciano. Y cuando uno es presidente de una comunidad bilingüe, debe manejarse en ambas lenguas. Paco Camps fue un gran presidente, pero pecó de exceso de confianza. Se fió mucho de algunos que tenía cerca. Y Alberto se entregó en cuerpo y alma para tratar de salvar una situación complicada. Hizo algo que con el tiempo se lo reconoceremos: estar en un sitio donde a lo mejor otros no habrían aceptado ir. Y lo malo, quizás, es que no supo hacer equipo. Isabel está sintetizando lo bueno y corrigiendo lo que no ha sido tan bueno, por eso va a triunfar.

La pega que le ponen algunos de su propio partido a Bonig es que es demasiado de derechas ¿Lo considera un hándicap?

Es una persona muy firme en sus convicciones y esa calificación de ser derechas o de la ‘Thacher valenciana’ surgiría como una broma, la niña rara de la familia de izquierdas. Y ella lo explota para dar juego, le hace gracia. Pero no es tan de derechas como la gente cree. Es verdad que tiene un discurso fuerte como lo tuvo Thacher, pero es más avanzada y más progre en muchos conceptos que otros de izquierdas. Ese adjetivo no se ajusta a la realidad. A mí me llamaban la alcaldesa roja. Si se nos dice con cariño, lo aceptamos y seguimos el juego.

Usted ha vivido la etapa pujante del PP y el declive ¿En qué momento se dio cuenta de que algo fallaba?

Empezamos a percibirlo cuando aparecieron los casos más graves de corrupción que copaban todas las televisiones. Teníamos que salir a la calle a aguantar muchos reproches, incluso insultos. He defendido lo que era defendible, pero nunca lo que no tenía defensa. Ser del PP no me ciega y cuando hay alguna persona con una actitud indecente, me abochorna. Cuando surgieron esos casos que tanto daño hicieron, detecté que la gente dejaba de admirar al PP. Quizás no fuimos todo lo contundentes que debíamos haber sido.

Por proximidad le pregunto por el caso del exconseller Blasco, conocido alzireño. ¿Cómo vivió este caso?

Fue duro. Aunque no se lo crea nadie, soy de las pocas alzireñas que jamás visité su casa. En la época gloriosa de los Blasco, su chalé era como un centro de peregrinación, como el que iba a ver a la Virgen. Nunca pasé por allí, no sé ni donde está. Blasco era idolatrado, tenía aquella aureola de estratega y un gran capacidad de comunicación. A título institucional y de partido siempre me ayudó. No he tenido ocasión de verlo y sé algo de él por la monja que lo visita. Y quizás por tenerlo cerca me ha dolido especialmente, por ser una persona de mi pueblo, que conocía, y sobre todo, porque el caso en sí fue especialmente sangrante.

Pongamos a prueba su fama de alcaldesa roja: ¿está de acuerdo en que los ‘sin papeles’ tengan derecho a la sanidad?

Primero; vengo de un municipio donde hay un hospital público de gestión privada que es el número uno en satisfacción de pacientes. Y eso hay que respetarlo. Segundo, soy usuaria de la sanidad pública y jamás se me ha pasado por la cabeza hacerme un seguro privado, algo que no puede decir mucha gente de izquierdas que sí acude a sanidad privada. Respecto a las tarjetas para inmigrantes, diré que lo no puede hacer el Consell es tomar una decisión de calado con repercusión en el ámbito europeo. Hay que respetar las normas. Este asunto debe abordarse, pero no de forma unilateral como ha hecho la señora Montón, seguramente para hacerse notar.

¿Exportaría al ámbito autonómico el plan que puso en marcha en Alzira de expropiación de casas a los bancos?

Me encantaría exportarlo. Lo único que hice fue aplicar la ley urbanística valenciana, por cierto del PP. Fue un plan valiente y novedoso. No era fácil plantar cara a los grandes bancos, pero lo tenía muy claro. No pretendía arreglar los problemas de los desahucios ni el desempleo en mi ciudad. Expropié nueve casas. ¿Muchas, pocas? Pregunte a las familias que viven en un palacio por 90 euros. Con una familia me vale la pena. Si hubiéramos sido capaces de hacer una gran cadena en los municipios, habríamos contribuido más y con la ley en la mano. Era bueno y la izquierda lo aplaudió, excepto la de mi pueblo que tiene una visión de campanario. El plan, desgraciadamente, ya no existe.

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