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Presidente de la Sociedad Civil por el Debate

Manuel Campo Vidal: "La Segunda Transición la tenemos que hacer todos"

«La Constitución necesita una reforma como cualquier edificio de 40 años porque España está cambiando»

Manuel Campo Vidal: "La Segunda Transición la tenemos que hacer todos"

Profesionales independientes de distintos ámbitos geográficos son el germen de Sociedad Civil por el Debate, una asociación que planteará a los partidos políticos un compromiso para preservar los «aspectos positivos» de la Transición, así como «la necesidad de actualizar y reformar» lo que exijan las nuevas circunstancias económicas y sociales. Campo Vidal es un impulsor «esperanzado» del debate, la concordia y el consenso.

¿Se fastidió el consenso?

El atrincheramiento de los partidos rompió el consenso cuando se dio la Transición por acabada.

Fraga, Suárez, González, Carrillo, Pujol y Arzalluz fueron capaces?

? eso es. Esa es la foto.

Sus sustitutos, ¿son incapaces de consensuar?

Espero que tengan una visión de Estado. De ideas por encima de las ideologías.

¿Esos líderes están más pendientes de las audiencias?

Los partidos están instalados en el cortoplazismo porque el ciclo electoral es muy corto. Por eso no hay un pacto por la educación, mientras en Finlandia, con un pacto educativo desde hace 60 años, sus alumnos están los primeros en PISA. Nosotros estamos los penúltimos, solo Grecia por detrás.

¿Están olvidados los problemas de fondo?

Las sociedades, parece, que cada 30 ó 40 años necesitan removerse. Estamos entrando en una Segunda Transición, de baja intensidad.

Eso ya lo dijo Aznar.

Aznar lo escribió en el título de su libro. Aznar se perdió la Transición porque estaba preparando oposiciones, como él ha dicho, y se inventó la Segunda Transición, pero fue una segunda alternancia.

¿La Segunda Transición necesita una nueva Constitución?

Necesita una reforma. Sociedad Civil no propone un proceso constituyente desde cero, como han dicho algunos de los partidos emergentes. La Constitución necesita como cualquier edificio de 40 años, no solo repintar, sino cambiar algunos pisos, poner algún ascensor más y adaptar la entrada para minusválidos porque antes no había esa exigencia.

Un político poco reivindicado, Juan María Bandrés?

?Extraordinario.

Bandrés subrayaba que el artículo que más le gustaba de la Constitución era el que dice que se puede cambiar.

Es así. En Alemania la han cambiado nueve veces. No hay que sacralizar tanto.

¿Impulsa una asociación por qué no hay sociedad civil?

No, hay mucha sociedad civil, pero está desconectada.

¿Y desorganizada?

Los colegios profesionales funcionan, las asociaciones deportivas también. Aquí las bandas musicales. Queremos conectarla y animarla a tener voz.

¿Cómo?

Hemos hecho un manifiesto de mínimos que leeremos la víspera de la campaña electoral. Luego nos retiramos y cada uno votaremos a lo que consideremos.

¿Manifiesto de mínimos?

Aquí en Valencia ha sufrido dos o tres enmiendas interesantes. Vamos incorporando cosas. Lo leeremos públicamente la primera semana de diciembre, esperamos representar a un millón de personas.

¡Que poder de convicción!

No todo el mundo lo ve inmediatamente. Pero estoy gratamente sorprendido de la respuesta de la ciudadanía. España está cambiando mucho.

Habermas sostiene que una sociedad civil diferenciada de la política es un requisito para la democracia.

Está bien. Me gusta la de Ban Ki-moon, secretario general de la ONU: «La sociedad civil es el oxigeno de la democracia».

¿Qué linea separa la asociación cívica de un grupo de presión?

No lo sé, pero tampoco me preocupa. Si somos un lobby en favor de la ciudadanía, también tienen los ciudadanos derecho a tener un lobby.

Uno de los partidos emergentes se llama Ciudadanos, el otro Podemos. ¿Son los llamados a hacer la Segunda Transición?

La tenemos que hacer todos. La tienen que hacer los partidos políticos, todos, y con el apoyo de la sociedad civil. Le ha hablado a todos los políticos de esta cuestión y Albert Rivera dijo que había que rendir homenaje a los que hicieron la Primera Transición, porque él no había nacido, pero ahora tenemos que hacer una reforma de la Constitución sin volvernos locos. Lo comparto. No queremos que el programa educativo cambie con cada ministro que llegue, y los libros cada mes de septiembre.

¿Qué papel han jugados las televisiones en convertir la política en un show nocturno?

Es necesario recuperar el debate sosegado. No digo que José Luis Balbín vuelva a poner en marcha La clave?

«La clave» era un debate donde se analizaba un tema con los máximos especialistas. Siempre pensé que en la tele solo podían salir catedráticos.

Vivimos un tiempo nuevo. La política se ha hecho más espectáculo, se construye con una sucesión de eslóganes y el espectador cada vez consume contenidos cortos que circulan rápido. Con todo, los programas de debate político han sido positivos porque hace que todo el mundo tenga una sensación de que la política es importante.

¿Qué papel le espera a la televisión?

Cada vez que hay una nueva tecnología siempre se oficia un funeral por la anterior. Cuando llegó la radio se dijo adiós a la prensa; con la televisión lo mismo de la radio; con la televisión temática se dijo adiós a la generalista. Y ahora que está internet se dice que se muere todo lo anterior. La televisión sirve para conformar estados de opinión. Auguro largos años de vida a la televisión.

¿Y a la televisión pública?

Una televisión pública es imprescindible. Desde la Academia de la Televisión defendemos una convivencia entre la pública y la privada. Pero con dinero público no se puede ir a la subasta de la Champions, ni a la de Los Angeles para llevarse las mejores películas. Eso lo creen también los directivos de las televisiones privadas, lo hable con Maurizio Carlotti precisamente el día que cerraron la televisión pública griega.

Aquí se cerró Canal 9.

Sí también, pero la de Grecia era la de todo un país. Es como si cerrará Televisión Española. La televisión pública tiene todo el sentido para estas cosas que estamos hablando, que no se la podemos exigir a una privada.

Conoce muy bien Cataluña.

He vivido 20 años, soy aragonés de habla catalana, de La Franja. A mi padre en Barcelona le llamaban «el valencià». Participé de joven en los movimientos reivindicativos por la democracia y la autonomía. Hay que encontrar un espacio de convivencia y no tiene ningún sentido que todo el mundo trate de conectarse con una economía globalizada y venga el presidente Mas, y quienes lo apoyan, con un programa de desconexión. Es ir contra la historia.

Mas y quienes lo apoyan son la mitad de Cataluña.

Hay que negociar. No es posible decir que el tiempo ya lo arreglará.

¿Hay separatistas y separadores?

Claro, y un nacionalismo español muy rancio que lo celebran en Cataluña. Hay elementos que han ayudado a crispar la situación. Me duele Cataluña, porque me duele España. Hay que construir un relato de España, que no se ha hecho nunca. Solo se ha construido un estado idílico de la Cataluña independiente.

Existe un sentimiento periférico que identifica un relato de España con más centralismo.

Tampoco se describe las ventajas de pertenecer a Europa. Hay que poner inteligencia y discurso emocional. Porque sino hablamos de razones contra emociones. Lo dijo Gerard Piqué, que no suele decir cosas pensadas detenidamente, o lo parece, cuando le preguntaron por la independencia: «España será más pobre y Cataluña también». Que es lo que puede pasar.

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