«Donostia es San Sebastián. No es euskera, es latín»; «¿Habéis visto la película La guerra de Charlie Wilson, con Tom Hanks?»; «Resulta que Churchill se presentó por cinco circunscripciones distintas a lo largo de su vida»; «Aquí el plano de Zamora con sus partidos judiciales». Son pequeñas muestras de la sabiduría del doctor Camps, figura en la que se ha reencarnado Francisco Camps Ortiz, quien vino al mundo un 28 de agosto de 1962, cuando todavía no se había secado la tinta de Nosaltres els valencians, el acta de nacimiento, firmada por Joan Fuster, del nacionalismo valenciano moderno y la superación del folclorismo identitario.

El doctor Camps tiene un aire al presidente Camps, que expiró políticamente la tarde del 20 de julio de 2011, tras la prolongada asfixia causada por un prominente bigote, un ramillete de corbatas y el horizonte de negritud que pintaban las togas a cuenta de la presunta desaparición de algunos millones en saraos con papas, príncipes consortes y reyes de la velocidad. Tras ser expuesto su cadáver en un banquillo y ser declarado inocente, el apestado Camps regresó a la escena pública un 13 de diciembre de 2013. Fue un cameo en la agrupación del PP de Abastos, un homenaje disfrazado de cena con tortilla de patata y fiambre. Anoche fue muy distinto. Un aula de la Universidad Católica de Valencia „donde imparte clases„ fue el escenario de la resurrección como doctor Camps para impartir una conferencia sobre «La elección directa del diputado. Hacia un nuevo sistema electoral», una síntesis de su tesis doctoral, dirigida por Vicente Garrido, en la que aboga por la elección de diputados en circunscripciones de distritos uninominales de entre 70.000 y 120.000 ciudadanos, explicó unos 72 alumnos de Derecho, profesores y algún amigo de la política (como Maritina Hernández o Paula Sánchez de León) y un solo periodista.

Tras «40 años de democracia, hemos alcanzado la madurez» y, por tanto, se puede cambiar ya de sistema electoral, dijo. Calificó el actual como «proporcional a medias» (si fuera 100% proporcional «el Congreso tendría 4.500 diputados, porque Soria elige dos», dijo) y procedente de «las Cortes franquistas y la colaboración necesaria del Partido Comunista», explicó. El sistema que propone de pequeños distritos de un solo diputado, igualaría el peso político de todos los parlamentarios, que «por primera vez tendrían el mismo valor: el de Soria y el de Ciutat Vella-Ensanche, el de Manresa o el de Valdepeñas, por decir algo». Con circunscripciones de de «70.000-90.000 personas un cacique no puede manipular». Es más, «se imposibilita el lobby, y el partido político como lobby». En Francia, sostuvo, «los diputados representan a la nación, no al partido».

El modelo electoral propuesto, llamado «mayoritario», de elección «uninominal» de candidato es «rechazado por aquellos que no creen en la democracia, que dicen que beneficia a los partidos mayoritarios», advirtió. «Son mayoritarios porque la gente los vota», proclamó Camps desde la mesa, en el debate posterior a su conferencia pronunciada desde un atril de metacrilato.

El doctor Camps considera que los diputados de distrito tendrían «personalidad propia» y no cree que convirtieran a los grupos parlamentarios en ingobernables. Al contrario, el líder «tendría que convencer cara a cara a los diputados, con su criterio y defensa de los intereses de su distrito y no de este o aquel sector del partido para seguir en una lista». Abogó también por la elección directa del presidente del Gobierno. «Como en Francia o en Estados Unidos», señaló.