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La Navidad de la recuperación

Medio centenar de joyerías ha echado el cierre durante la crisis

Nombres míticos como Giménez y exclusivos como Bulgari han bajado la persiana en los últimos años

Medio centenar de joyerías ha echado el cierre durante la crisis

­Giménez, Armando Martínez o Yanes. Son sólo algunos de los míticos nombres de la joyería valenciana que han echado el cierre por culpa de la crisis. Algunos, como Giménez, eran todo un símbolo después de más de 125 años de historia alojados en la Plaza del Ayuntamiento. La suma del hecho de que las joyas no sean una prioridad de gasto en unos bolsillos cada vez más vacíos y la desaparición del «cliente de lujo» que vino de la mano de eventos como la America´s Cup o la Fórmula 1 han causado verdaderos estragos en el sector. De barrio o céntricas, son al menos una cincuentena las tiendas de este tipo que han cerrado.

Con esta mochila a sus espaldas, el sector se muestra ahora optimista, con esperanzas de dejar atrás estos años negros y volver a andar con fuerza. De momento, según explica Antonio Romero, el presidente del Gremio de Joyeros de Valencia, en los últimos seis meses la joyería está viviendo una reactivación de la demanda. «Es un atisbo de recuperación que esperamos que se consolide estas navidades», señala prudente Romero. De hecho, desde el gremio tienen una halagüeñas previsiones para esta campaña, ya que confían en un un incremento de las ventas de entre un 15 y un 20% respecto a las cifras registradas el año pasado. Subirse al carro de las ofertas temporales, como el Black Friday, que llenó las tiendas el pasado fin de semana, ha sido un buen antídoto temporal para el sector.

«Las empresas que hemos sobrevivido, al menos las grandes y más céntricas, hemos sabido reinventarnos», señala Argimiro Aguilar. Con una joyería de tradición familiar con su mismo nombre, hace menos de dos años se instaló en la calle Colón tras sufrir un importante robo en su anterior ubicación. «Este es uno de los sectores que más ha sufrido los efectos de la crisis junto a la construcción, porque vendemos algo superfluo e innecesario», reconoce el joyero.

La clave de la supervivencia

La receta para sobrevivir en la venta de estos productos de naturaleza «cara» y salvar los muebles ha pasado, según Aguilar, por adaptarse al mundo online y reducir márgenes comerciales. «Quien no ha sabido entender que buena parte de los españoles éramos mucho más pobres y la sociedad estaba cambiando, ha muerto», sentencia el joyero. El reto, a su juicio, pasa ahora por «entender que la joyería es una moda y, por tanto, hay que volver a poner las joyas de moda». En este sentido, desde el gremio de joyeros apuntan que las nuevas marcas de joyería «industrial», con producción en serie y costes más bajos destinadas especialmente a un público más joven, como Aristocrazy o Uno de 50, en lugar de ser dura competencia, son un buen aliado. «Acercan a los jóvenes, que parecía que estaban un poco fuero de esta onda, al mundo de las joyerías y eso es una oportunidad muy positiva que nosotros tenemos que saber canalizar», asegura el presidente del gremio.

Para Romero y Aguilar, hay que hacer una clara distinción entre las joyerías más grandes y ubicadas en el centro de la ciudad con las tiendas más modestas o de barrio-porque vendían artículos más económicos destinados a un perfil con poder adquisitivo más bajo. Sin embargo, en el Cedro, la joyería Zahínos es un ejemplo de lo contrario. Padeciendo un descenso de ventas durante estos años que ronda aproximadamente un 30%, el carácter pequeño y reducido del negocio, asegura Pedro Zahínos, su dueño, ha sido una de las claves para su adaptación a la complicada situación de estos últimos años.

El tipo de producto que se ha vendido estos años, no obstante, sí ha sufrido cambios. «Antes se vendía mucho más oro, ahora se venden más la plata y otros metales como aceros y resinas, que son más accesibles», asegura.

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