Nacida el día de Navidad de 1990, Covadonga Peremarch es la diputada más joven de la Cámara. Junto al socialista Fernando Delgado, la socióloga alicantina compuso la Mesa de edad en el arranque de la legislatura. Sancionada a un año de inhabilitación y cese de militancia en Podemos por inscribir a menores en el censo de las primarias alicantinas y desacreditar a otros candidatos a través de cuentas falsas en redes sociales, según la resolución del comité de garantías de Podemos, la carrera política de Peremarch se frena en seco.

Ligada al mundo del activismo feminista y al asociacionismo, Peremarch ha ejercido de educadora en talleres de igualdad y violencia de género antes de dar el salto al Parlamento. Ayer se declaró «inocente» y afirmó que no entiende la resolución que la inhabilita. Asegura que sigue creyendo en la «ilusión» que despertó el nacimiento de Podemos, formación en la que ha militado desde que Pablo Iglesias la alumbró hace año y medio. Ahora, su partido la considera una «rebelde», en palabras del propio portavoz autonómico, Antonio Montiel, que hasta ayer por la mañana confiaba que la diputada renunciara al acta y no alargara una situación que daña la imagen de virginidad parlamentaria de su partido.

Peremarch insiste en que el dictamen que la inhabilita falla «en tiempo y forma» porque llega con un mes de retraso e incumple los propios estatutos de la comisión democrática de garantías, pues debería haberse emitido el 13 de diciembre como fecha límite. Asegura que carece de «base jurídica y de hechos verificables» y remarca que ese dictamen la exculpa de la acusación directa cuando señala que no votó ningún menor. Pero Podemos responde que el trabajo de la comisión ha sido impecable y que no hay vuelta atrás.

Al tiempo deteriora la imagen de su formación, a la que acucian problemas muy similares a los del resto de grupos. Salvando, y mucho, las distancias, el último diputado no adscrito que tuvo la Cámara valenciana fue el exconseller ahora encarcelado Rafael Blasco.