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Vidas robadas | Anna y Maja Nadolska

Una Biblia y dos cuerpos bien cubiertos

Esta semana o la próxima, tanto da, el Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Torrevieja dará carpetazo a dos vidas, las de Anna Nadolska, de 31 años, y su hija Maja, de 9 meses, porque su asesino, Lukasz Nadolski, de 35 años, marido y padre de ambas, se suicidó tras el cobarde doble crimen, el último de 2015.

Dos trabajadores del tanatorio introducen en el coche fúnebre uno de los cadáveres tras la autorización judicial, el 31 de diciembre. M. ANGEL RIVES

Nadie en su sano juicio puede imaginar ni por un segundo que tras una velada, probablemente la de Nochebuena, un hombre asfixie con sus propias manos a su compañera y, acto seguido, al bebé de ambos, pero pasa más veces de lo que la sociedad quiere aceptar. Esta vez ocurrió en el centro de Torrevieja, en la calle Ramón Gallud. Nadie oyó ni vio nada. Nadie se preocupó dónde estaba desde hacía días esa pareja instalada hacía poco tiempo, de origen polaco, algo que no llama la atención en un municipio que saca músculo de agrupar a vecinos de más de cien nacionalidades y donde los traductores hacen su agosto en los juzgados y en la oficina de denuncias de la Guardia Civil como intérpretes.

La madre de Lukasz, que reside en Orihuela Costa, en una urbanización que dista sólo unos minutos de Torrevieja, fue quien dio la voz de alarma después de estar días sin saber de ellos, después de colgar la foto de los tres en el Centro de Búsqueda de Desaparecidos y de no obtener respuesta, después de llamar a sus móviles, a su casa, a la de sus amigos porque entraban y salían de Torrevieja con cierta facilidad para ir a Polonia y seguir sin saber de ellos. Quizá lo hacían porque las cosas no marchaban lo bien que esperaban. Quizá.

Fue en Nochevieja cuando la Guardia Civil forzó la puerta en una escena que no olvidarán. Los tres cuerpos se encontraban en la misma habitación. A los investigadores les llamó la atención el cuidado con el que los de Anna y Maja estaban tapadas bajo una sábana mientras del quicio de la puerta con un cinturón estaba colgado el cadáver de Lukasz. La primera conclusión fue fácil: primero fue Anna, y después Maja.

La autopsia reveló que la muerte de los tres se había producido en un periodo de tiempo muy corto, aunque probablemente hacía de ello una semana por el estado que presentaban los cadáveres. La vivienda estaba perfectamente ordenada y limpia, no presentaba signos de lucha. Era una casa humilde, pero la casa de lo que hasta ese día parecía una familia más, con sus sueños e ilusiones. Todo ya roto.

De todo lo que llamó la atención a los investigadores destaca una Biblia marcada y subrayada en muchos párrafos, también con muchas anotaciones. En todos ellos se hablaba del momento del juicio final por el que cada uno, tarde o temprano, tendremos que pasar.

Torrevieja es ciudad de asesinatos, de venganzas y de casos sin resolver, de mafias, por ello y durante días los investigadores mantuvieron abiertas todas las puertas porque, por triste que pueda parecer, había pasado en Torrevieja y es motivo más que suficiente para no dejarse guiar sólo por lo que se ve. Pero, finalmente, los agentes no encontraron ningún elemento distinto de los que conforma un cobarde crimen machista más, el último de un año, el 2015, especialmente negro en la Comunitat Valenciana, con 12 de los 57 asesinatos registrados en toda España.

Dos notas, una para que avisaran a la familia de Anna

Los investigadores encontraron en la vivienda, cerca de los cadáveres, dos notas de despedida que habían sido hechas con la misma letra y cuya autoría atribuyen a Lukasz basándose en otros manuscritos. En una pedía perdón por lo que había hecho y en la otra facilitaba datos para que pudieran localizar a los familiares de su pareja, en Polonia. Era algo que pedía con insistencia. Según ha sabido este periódico, los cadáveres han permanecido durante días en el tanatorio a la espera de ser enterrados. m. ALARCÓN

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