«Pero, ¿están hablando de mí? ¿En serio?». A Rita Bosaho Gori (Guinea Ecuatorial, 1965) aún le cuesta ser protagonista y admite sentirse sobrepasada por la expectación que ha generado su más que reciente llegada al Parlamento. Y es que el pasado miércoles, Bosaho entró en la historia de España al convertirse en la primera persona de raza negra con escaño en el Congreso. La diputada, inexperta en el ámbito de la política y con amplia trayectoria en el activismo, ha pasado en unas semanas de acudir a su trabajo como auxiliar de enfermería en el Hospital General de Alicante a ocupar un sillón noble en la Cámara Baja, situado justo en la fila superior al lugar designado para los «pesos pesados» de Podemos: Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Carolina Bescansa.

Bosaho amaneció en un hotel de Madrid el día elegido para la constitución del Congreso. A primera hora, llegó a pie al Parlamento, donde había quedado con el resto de parlamentarios de su formación y de la confluencia Compromís-Podemos-És el moment, una unión electoral que está dando mucho que hablar por la exigencia de la coalición nacionalista de tener grupo propio en la Cámara baja. «Mientras iba llegando, me acordaba de cuando la Policía nos impedía acercarnos al Congreso durante las protestas de los últimos años. Pensaba también en el paso gigantesco que ha dado la sociedad, en la bofetada a los de siempre», asegura Bosaho, en una clara crítica a la polémica ‘Ley Mordaza’. Ya en el Congreso, admite que se sentía «muy tranquila», sin los nervios de la primera vez, aunque pronto se dio cuenta de que era protagonista involuntaria de las conversaciones de buena parte de sus nuevos compañeros de hemiciclo. «Yo iba mirándolo todo para que se me quedara en la retina, pero sin querer te das cuenta de que la gente habla de ti», añade la diputada alicantina, que reconoce tener un pensamiento dicotómico. Por un lado se siente orgullosa de ser la primera diputada negra en el Congreso, pero a la vez lamenta que haya tenido que pasar tanto tiempo para que el Congreso empiece a ser un reflejo de la España plural que se observa en las calles. «Las instituciones van un poco por detrás... Quiero que la situación se normalice cuanto antes», explica la parlamentaria, que al prometer el cargo reivindicó la igualdad y pidió que «nunca más un país sin su gente», en un alegato incluido en la hoja de ruta de Podemos desde su fundación hace apenas dos años.

Desde su domicilio en Alicante, admite que también se emocionó, como hizo su líder Pablo Iglesias, al salir del Congreso. «Fue un instante muy real [la foto de familia de Podemos tras una pancarta que reivindicaba una ley de emergencia social]. La expectación fue alta cuando los diputados de Podemos entramos en el Congreso, pero fue mucho mayor cuando salimos. ¡Eran personas y no vallas las que rodeaban el Congreso!», enfatiza Bosaho, quien promete trabajo para encontrar soluciones a algunos de los principales problemas de los valencianos, como la infrafinanciación autonómica, el déficit hídrico, el paro juvenil, el acceso a la vivienda o la violencia de género.

«Covadonga es mi amiga»

Menos locuaz se muestra al recordar la crisis interna de Podemos en Alicante por el pucherazo en las primarias de hace un año, que ha acabado esta misma semana con su amiga Covadonga Peremarch y excompañera en el Consejo Ciudadano local fuera del partido y como diputada no adscrita en las Corts Valencianas. «Todo lo que se tiene que decir lo ha dicho el secretario autonómico, Antonio Montiel», apunta Bosaho, que en un principio quiso pasar el asunto por alto. Frente al silencio inicial que propuso, acabó subrayando que «la amistad no se niega». «Otra cosa es la cuestión política, yo acato la decisión del partido. Cova es mi amiga y yo la quiero mucho», concluye Bosaho.