El milagro de conseguir que la Mesa del Congreso, en la que PP y Ciudadanos tienen la mayoría gracias al PSOE, pudiera avalar el primer grupo parlamentario valenciano de la historia estaba en la mano de Compromís-Podemos. A 24 horas de que el órgano de gobierno de la Cámara Baja, decida si admite o no que los nueve parlamentarios de És el moment monten una operativa parlamentaria propia, los interesados habían logrado el aval del PSOE y hasta de Ciudadanos para bendecir a ese grupo, en el que se enrolarían los dos diputados de Izquierda Unida, uno de ellos el líder del partido, Alberto Garzón.

Con la máxima discreción y tras conversaciones a tres bandas, se había logrado el objetivo, pero el acuerdo se fue al traste, explicaron fuentes de la negociación. Se quebró por la costura menos previsible: el líder de Podemos, Pablo Iglesias.

Esas mismas fuentes indicaron a este diario que el líder podemista no ha querido dar oxígeno a una Izquierda Unida que fue ayer acogida por Esquerra Republicana de Catalunya y Bildu para formar un grupo, al margen del aluvión del Mixto.

El líder de IU, Alberto Garzón, esbozó su malestar pero evitó los detalles clave. «Hemos hablado mucho especialmente con la confluencia valenciana [Compromís-Podemos] porque con ella se cumplían todos los requisitos legales, al ser la única en la que no hemos participado», explicó. «Hemos intentado convencer a Podemos, como al resto, para que la confluencia valenciana tuviera grupo propio con nosotros. ¡Es perfectamente legal! Lamentablemente no les hemos convencido», concluyó el de IU.

El malestar existente anoche en las filas de Compromís, especialmente en el Bloc, era notable. El PSOE había expresado su oposición a contribuir a que Podemos pudiera contar con cuatro grupos. Los socialistas, que a última hora mantuvieron una reunión en Madrid con representantes de Compromís-Podemos, habían reiterado que estaban dispuestos a favorecer la «pluralidad» de voces en la Cámara, pero con el «límite» de no «contravenir el reglamento».

El apartado 2 del artículo 23 impide, en versión socialista, formar grupo separado a diputados que pertenezcan a formaciones que «no se hayan enfrentado ante el electorado». Interpretación con la que discrepan en Compromís y Podemos, cuyos dirigentes argumentan que sus 9 parlamentarios no se han enfrentado a Podemos en la Comunitat Valenciana porque esta formación no se presentó en este territorio. Finalmente, la solución del grupo conjunto con IU sí era avalada por el PSOE y Ciudadanos e incluso el PP, consciente de que quedaba en minoría en la Mesa, hizo llegar que no complicaría la operación.

Al ser descartada, obliga hoy a Compromís-Podemos a presentar dos propuestas de grupo. La primera, con los 9 diputados valencianos, tiene pocas opciones de prosperar. Una segunda opción, que los socialistas podrían aceptar -pero deberían convencer a Ciudadanos para que fraguara- consiste en agrupar a las tres confluencias autonómicas de Podemos. Los valencianos, En marea y En comú podem. Una vez formado el grupo, los diputados estrictamente podemistas, cuatro en el caso valenciano, se integrarían en la disciplina de Podemos.

Iniciativa guarda silencio

Si la Mesa comunica mañana que rechaza estas dos opciones planteadas, los 9 de Compromís-Podemos tienen hasta el viernes para reubicarse, con toda probabilidad en el Grupo Mixto. En ese caso, los de Podemos regresarían, seguramente en el siguiente período de sesiones, a la órbita podemista. En el acuerdo electoral firmado ante notario, se establecía que en caso de que la Mesa no autorizara la formación de un grupo valenciano, los de Podemos se quedarían en su partido como subgrupo valenciano y los de Compromís pasarían en bloque al Mixto. El escenario en el que los cuatro de Compromís deberán ejecutar ese plan C de resignación va tomando cuerpo. Los dos del Bloc, Joan Baldoví y Marta Sorlí, ya han expresado su voluntad de no ubicarse en la bancada de Podemos. Los dos de Iniciativa, Enric Bataller e Ignasi Candela, guardan silencio. Quizás es el momento en que Compromís afronta otra revalida para evitar quebrar la unidad de acción.