Parece que una chica, joven y artista es lo contrario a lo que se asocia con las listas de «Forbes».

De hecho, yo asociaba las listas de Forbes únicamente con los rankings de riqueza, una demostración de poder económico muy ligada al estereotipo masculino.

Entonces nunca se habría imaginado en una lista «Forbes»

¡No entraba en mis planes!

La lista reconoce a los jóvenes más influyentes. Si realmente pudiera, ¿en qué le gustaría influir?

Es una pregunta muy delicada, porque influir en otras personas es una forma de poder. Y yo no me siento muy cómoda con eso. No me preocupa influir a nadie. De hecho, no creo que así sea. Cada uno hace su trabajo y puede que la gente que se interese en él pueda ver otras formas de hacer las cosas.

Una postura muy ácrata

Es que me da pánico porque he visto reflexiones que se hacen en torno a estas listas y hay algunas afirmaciones con las que no me encuentro a gusto ni de acuerdo.

Forma parte de la actual generación del precariado. ¿Sufre las mismas consecuencias?

Estamos todos en el mismo saco. A unos les va un poco mejor y a otros un poco peor, pero el contexto es el mismo. Por mucho que uno sea un investigador de prestigio, puede tener complicaciones para entrar en proyectos o que su trabajo sea remunerado. Hay pocas ayudas a nivel públicas y a nivel privado. Ahora mismo me está yendo bien y no quiero quejarme. Pero mañana me puede empezar a ir mal.

¿Se ha podido independizar?

Sí, pero gracias a una beca universitaria FPU que me dio el Ministerio de Educación. En total, cinco años becada como investigadora en el grupo Laboratorio de Creaciones Intermedia de la Politécnica. Investigamos cuestiones relacionadas con el arte sonoro y las vanguardias españolas. Este mes ha acabado mi contrato. Y en una semana presento mi tesis doctoral [en Bellas Artes].

¿Qué pretende aportar su arte?

Me interesan las cuestiones relacionadas con particularidades espaciales. Cómo la pintura puede relacionarse con el espacio para involucrar al espectador. Para mí, una cuestión clave ha sido la idea del recorrido, la idea del caminar, que es una forma básica de relacionarnos con el espacio. Caminando es como encuentro lugares donde ubicar la pintura o elementos que relacionar con la pintura. Siempre acaba derivando en la idea de mapa.

Dice David Le Breton, en su libro «Elogio del caminar», que caminar es un acto de rebeldía.

Sí, un acto de resistencia, dice también. En una sociedad en la que el recorrido es negativo „cómo puedo llegar hasta allí en el menor tiempo posible, con el menor esfuerzo posible y al menor precio posible„, el hecho de caminar y reivindicar esa idea de traslado puede considerarse como una cierta resistencia o rebeldía. Se reivindica así otra manera de vivir en el tiempo: de una forma menos acelerada, siendo más consciente del propio trayecto y no tanto de la meta.

¿Resistencia ante qué?

Ante la anulación de la concepción del tiempo. Ante la invisibilidad del transcurso del tiempo, de ese pasar sin prisas.

Ese desacuerdo con el actual mundo de prisas y de conexiones ultrarrápidas no es frecuente en alguien de su edad

¡Ya! Como todos, yo también voy acelerada y con mil cosas a la vez, pero me preocupa mucho esa necesidad que tenemos ahora de estar en todos los sitios de manera simultánea. Porque me doy cuenta de que dificulta mi capacidad de concentración. ¡Y me resulta preocupante que lo haya percibido en mí misma de un tiempo a esta parte! Estamos asimilando la dinámica de internet „tenerlo todo a mano y ya„ a la manera en que suceden todos los acontecimientos de la vida. Me preocupa porque esa rapidez impide la pausa. Y la pausa, la inactividad, es fundamental: es el momento en que podemos pensar, meditar, ser creativos.

¿Y ha hecho alguna renuncia a Whatsapp, Twitter, Facebook, etc.?

Ninguna. Tengo todo eso, más Instagram. Las redes sociales tienen una parte muy positiva que tiene que ver con la democratización de la comunicación, con poder comunicar desde tu propio canal y sin filtros previos. Pero también intento encontrar esos momentos para poder pensar y así poder trabajar.

«Pensar». Una palabra poco utilizada hoy en día

Sí, lamentablemente. Y mejor nos iría si se educase más en la reflexión propia que en el pensamiento adoctrinado. Eso es lo único y fundamental que puede aportar el arte: otra manera de pensar las cosas y ver el mundo. Encontrar esa diferencia con los otros es clave.

Y en este reino de la homogeneización, ¿el arte tiene influencia para repensar el mundo al margen de la uniformización?

Tiene el potencial, pero es cierto que llega muy poco. Sobre todo llega a la gente con predisposición a ello. Para el resto de la sociedad, es muy raro que llegue. Si hubiera mayor difusión televisiva de las artes, se educaría a la gente en esta mirada y les podría interesar más.

Cuando le comunicaron que estaba en la lista «Forbes» de jóvenes influyentes, ¿fue una alegría o sólo relativa?

Fue una sorpresa, una alegría en parte „porque siempre gusta que reconozcan tu trabajo„ y un poco de vértigo. Porque se magnifica una lista que sólo la elige una publicación. Soy muy consciente de que hay miles de jóvenes menores de 30 años haciendo cosas increíbles y que no están ahí. Genera una sensación contradictoria.