Una llamada al 112 o el mensaje en tweeter de alguien que ha visto el paso fugaz de un meteoro y quiere compartirlo dispara los mecanismos de la red, a la que cada vez llegan más avisos. La siguiente fase es revisar lo grabado por las cámaras. A veces se recurre a los videos de seguridad de aparcamientos, gasolineras, etc. También a las de grupos de aficionados a la astronomía que colaboran con la Red. Si hay suerte, con tres grabaciones cruzadas es posible determinar la trayectoria, el origen del objeto y si existe una posibilidad de que haya llegado algún objeto a la tierra, lo que lleva a determinar la zona de caída. A partir de ese momento comienza una dificultosa búsqueda donde abundan los fracasos, aunque la recompensa de hallar un pequeño resto de meteorito supera cualquier decepción previa. j. S. valencia