Definidas como agrupaciones voluntarias y autónomas para la consecución, defensa y difusión de objetivos específicos, las asociaciones voluntarias desempeñan un papel esencial en las sociedades modernas. Como agentes por excelencia de la sociedad civil, constituyen un mecanismo social de cambio que tiende a resolver de continuo las nuevas necesidades de la población. Asimismo, asociacionismo y democracia son elementos que en nuestras sociedades se refuerzan de manera simbiótica: al tiempo que las asociaciones representan un factor clave para la estabilidad y equilibrio de los sistemas democráticos, la democracia se revela como el caldo de cultivo indispensable para el desarrollo de una vida asociativa digna.

Esta idea, planteada inicialmente por Tocqueville, nos permite entender el fluctuante desarrollo del tejido asociativo español a lo largo de buena parte del siglo XX. Su estructura se vio profundamente afectada por el aparato jurídico-político franquista, quedando reducida durante décadas a su mínima expresión. Más tarde, con la llegada de la democracia, España experimentó una notable expansión asociativa que todo y con ser rápida, tardó casi diez años en superar los niveles alcanzados durante la II República. Desde entonces el número de asociaciones ha continuado creciendo de manera notable. En el caso concreto del territorio provincial, de las comarcas centrales valencianas, en el lapso de tiempo que transcurre entre 1988 y la actualidad, su número se ha multiplicado por seis, pasando de un total de 5.491 asociaciones a 29.492 (con unos índices de asociatividad respectivos del 0,26€ y 11,49€).

La utilización de la variable hábitat permite apreciar las distintas densidades que en la actualidad alcanza la red de asociaciones valenciana. En líneas generales a este tenor se observa que el índice de asociatividad (número de asociaciones por habitantes) aumenta a medida que disminuye el tamaño del hábitat. Así, los municipios con menos de 2.000 habitantes muestran un índice más alto -unos tres puntos de diferencia- que los que cuentan con más de 50.000 habitantes (12,66€ frente a 9,40€). Conviene puntualizar que la ciudad de Valencia constituye una clara excepción a dicha tendencia, ya que la tasa de asociatividad se eleva aquí a un 13,54€.

La comarcalización de los referidos índices, que combina la densidad poblacional con el criterio espacial, permite resaltar con mayor nitidez la tendencia mencionada. De esta forma se observa que por lo común, las comarcas más despobladas son las que muestran los índices de asociatividad más elevados, mientras que las más pobladas presentan los índices más bajos, dentro de un continuum que queda como sigue: i) Comarcas con un índice de asociatividad entre el 8 y el 12 €: Camp de Morvedre, Camp de Túria, la Costera, La Hoya de Buñol, la Ribera Alta, la Ribera Baixa, la Safor, l´Horta Nord y l´Horta Sud. ii) Comarcas con un índice de asociatividad entre el 13 y 17 €: la Canal de Navarrés, La Plana de Utiel-Requena y la Vall d´Albaida; como caso particular la ciudad de Valencia entraría también en este grupo. iii) Comarcas con un índice de asociatividad entre el 18 y 25 €: Valle de Cofrentes-Ayora y Los Serranos. iv) Comarcas con un índice entre el 26 y 37 €: El Rincón de Ademuz.