El jefe de la Línea 1 de Metrovalencia, donde se produjo el accidente con 43 fallecidos, Sebastián Argente, eludió ayer cualquier responsabilidad en el siniestro más grave de un suburbano en España. «¿Se siente usted responsable del accidente?», le interrogó el síndic de Ciudadanos, Alexis Marí. «Sinceramente, no me siento responsable del accidente». Argente, que ya compareció en la anterior comisión de investigación del accidente del metro, no se movió un milímetro de la versión oficial del accidente: «Todos comentamos que fue un exceso de velocidad por parte del maquinista».

El jefe de Línea 1 entre 1999 y 2015 (que entró a trabajar en Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) en 1994) también negó que se presionara a los maquinistas para que cumplieran el horario a costa de aumentar la velocidad. Sí admitió que la limitación de velocidad en la curva del siniestro, primero a 50 km/h y después a 40 km/h, «se aprobó a petición del sindicato UGT porque hasta antes de 2003 todo el personal de conducción era de tradición militar, pero a partir de ese año entró gente más novata y por eso se instaló la limitación de velocidad».

Argente, que se mostró nervioso en numerosas ocasiones y exhibió respuestas muy escuetas en las cuestiones más incómodas, también negó que la consultora H&M Sanchis aleccionara o adoctrinara a los directivos y técnicos de FGV en la anterior comisión. «H&M participó en nuestras reuniones y nos dio un documento con preguntas y respuestas. Pero yo no me sentí aleccionado ni obligado a mentir. Vine en libertad a declarar [en 2006] como vine ahora».

Sí desveló que, tras el accidente de Picanya, «la instalación del ATP [el sistema de frenado continuo y más seguro] no se consideró oportuno [para la Línea 1] porque el FAP se consideraba un buen sistema».

La única crítica que deslizó en su intervención la dirigió hacia la ex gerente, Marisa Gracia, que «estuvo desafortunada al convocar la comida» tras la primera comisión. «Yo asistí, pero no tenía nada que celebrar».