El posicionamiento de Federico Martínez Roda de apoyar la normativa de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) es el resultado de una lenta evolución experimentada en el seno de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana (RACV). En el acto del centenario de la entidad celebrado ahora hace un año, su predecesor en el cargo, Enrique de Miguel, expresó que la RACV «no quiere fronteras interiores entre los valencianos y seguirá procurando fomentar la unión de todos ellos a través de la cultura».

Anteriormente, en una entrevista concedida a este periódico nada más acceder al decanato en otoño de 2013, De Miguel desechó cualquier intención de enfrentarse con la Acadèmia oficial y, aun defendiendo la libertad de expresión que recoge la Constitución para elegir un modo u otro de escritura y expresión, ya manifestó que «la RACV y la AVL pueden trabajar por un valenciano científico y del pueblo».

Una Acadèmia de académicos

Al margen de los Amics de la RACV y su Patronat, la Real Acadèmia es una entidad cuyas decisiones son adoptadas por los académicos. Los académicos de número son la base de la RACV porque conforman la Junta de Gobierno y la Junta General, que es donde se adoptan los grandes acuerdos de actuación.