La calculada ´espantá´ de Esperanza Aguirre al dimitir por sorpresa el pasado domingo de su cargo de presidenta del PP de Madrid ha aumentado la presión para que la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, dé un paso atrás, aunque, hoy por hoy, no parece que vaya a producirse el efecto arrastre. La presidenta del PP de la Comunitat Valenciana, Isabel Bonig, trató ayer de separar un caso del otro y se parapetó en el argumento de que Rita Barberá, su otrora mentora, sabrá lo que tiene que hacer por el bien del partido. «La suya es una decisión personal», reiteró la lideresa valenciana. Bonig, que ayer compareció en rueda de prensa, afirmó que no se sentía aludida por la decisión tomada por Aguirre.

La expresidenta de la Comunidad de Madrid ha vinculado su marcha a la asunción de responsabilidades políticas por haber fallado los controles internos en su partido (el viernes la policía registro la sede por la investigación Púnica sobre financiación irregular), unas declaraciones que parecen apuntar a la propia Barberá. La exalcaldesa sigue atrincherada en el escaño y aguantando la presión de su propio partido a pesar de que todo su equipo está investigado por financiación irregular. Según algunas fuentes, Aguirre está molesta porque considera que la dirección nacional, y en concreto, Rajoy, ha defendido a Barberá, mientras que a ella se la ha dejado de lado. La idea de que el PP no se atreve con Barberá se reforzó la semana pasada con la decisión del PP de mantenerla en la diputación permanente del Congreso y blindarla doblemente en el caso de convocatoria de elecciones y disolución de las Corts.

A pesar de que en el PPCV existe una opinión generalizada de que Barberá debería dejar el acta de senadora territorial, la calle Quart no parece guardar muchas esperanzas de que esto se produzca. Los puentes de comunicación con la exalcaldesa están rotos y, como Bonig ya dejó claro la semana pasada, si Génova quiere la destitución de Barberá, tendrá que pedirla. A lo más lejos que ha llegado Bonig es a mantener públicamente que si Barberá resulta imputada, le solicitará el acta.

La idea de que la exalcaldesa se agarra al escaño para no perder el aforamiento está muy arraigada entre los suyos. Resulta evidente que Barberá quiere evitar a toda costa desfilar por la Ciudad de la Justicia de Valencia, por donde ha desfilado su núcleo duro, a raíz de la pieza de la operación Taula relativa a la financiación irregular. Está pendiente también el caso Ritaleaks y, lo que, según algunos más temor provoca a la exalcaldesa, el caso de la Feria de Valencia. Barberá, si sigue como senadora territorial, tendría que rendir cuentas ante el Supremo, un alto tribunal más politizado que uno ordinario. Por eso, sería una sorpresa, reflexionan en el PP, que dé un paso atrás. Una cosa es el deseo, y otra la realidad.

No sólo Bonig separó el caso de Madrid del de la C. Valenciana. El ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, señaló: «Cada decisión personal responde a una decisión concreta», precisó el titular de Exteriores y gran amigo de Barberá. «Cada uno de las personas que tiene que tomar una determinación sabrá por qué, en qué condiciones y cómo la toma. No se puede generalizar el tema», añadió.

En la misma línea se pronunció el ministro de Justicia en funciones, Rafael Catalá. En su opinión, si Rita Barberá tiene que tomar una decisión «la tomará en el momento que ella considere adecuado». Destacó que «es una persona con una larguísima trayectoria de servicio al interés general y al PP».

Por su parte, el vicesecretario general del PP, Fernando Martínez-Maillo, aunque preguntado por la extrapolación del caso de Aguirre al propio Rajoy, mantuvo que la de Aguirre se trata de una decisión individual, personal, profundamente subjetiva y no consultada que no es «transferible a otras situaciones».