La obsesión por medir el tiempo es casi tan antigua como la humanidad. Y los instrumentos para calcularlo han evolucionado desde los antiguos relojes de sol hasta los digitales. Una pasión que algunos elevan a la categoría de artículo de lujo. Un entusiasmo por medir el tiempo que, para algunos políticos valencianos, ha sido una perdición.

A la ex consellera de Turismo, Milagrosa Martínez, la ha sentado en el banquillo, entre otros asuntos, un Hublot de 2.500 euros que habría recibido de la trama Gürtel. El ex alcalde de Benidorm, Manuel Pérez Fenoll, recibió un reloj de 24.000 euros del empresario Enrique Ortiz, según el sumario del «Caso Brugal». En el «Caso Avialsa» también se investiga la dádiva en forma de un Rólex de 18.000 euros, que el empresario de los aviones, Vicente Huerta, habría supuestamente entregado al ex conseller y ex dirigente popular Serafín Castellano.

El último episodio de la pasión por el lujo del tiempo lo ha escrito el exvicealcalde de Valencia, Alfonso Grau, detenido el pasado lunes en el marco de la «Operación Clepsidra», bautizada así por la pasión del político y médico valenciano hacia los relojes. También es la nota culta del caso. Las clepsidras son relojes de agua que ya se usaban en Mesopotomia y el antiguo Egipto y que fueron perfeccionadas en el siglo XVI por el astrónomo e ingeniero Galileo Galilei, a quien rinden «homenaje» los investigadores al bautizar la causa con uno de sus inventos.

Aunque los relojes que usaba Alfonso Grau no eran de agua sino de una material mucho más noble. Y más caro. Un simple repaso al archivo de Levante-EMV permite detectar su pasión por estos marcadores del tiempo de alta gama. En una imagen de 2003 aparece con un Rólex Oyxter Perpetual Day Data, con un coste aproximado de 23.500 euros. En otra fotografía de 2006 su muñeca luce un Rado Diaster Ceramic de 1.600 euros.

De ahí que entre los objetos requisados el lunes durante el registro de su vivienda en Valencia, el Grupo de Delitos Económicos de la Guardia Civil interviniera varios relojes de alta gama cuyo coste rondaría los 40.000 euros, según confirman a Levante-EMV fuentes de la investigación. Estos relojes y diversas joyas son los regalos que, presuntamente, Grau habría recibido de un contratista del Ayuntamiento de Valencia a cambio de adjudicaciones irregulares.

Los agentes también visitaron la prestigiosa Joyería Rabat de Valencia para obtener información exacta sobre «cuentas de varios clientes». Tratan de averiguar si algunos de estos regalos fueron pagados por la contratista a cambio del buen trato en adjudicaciones municipales. Los investigadores no descartan que haya otros concejales «premiados» con similares regalos.