En su primera jornada declarando ante la Audiencia de Palma en el juicio del caso Nóos, el cuñado del rey Felipe VI, Iñaki Urdangarin, cumplió a rajatabla con el manual de comportamiento del acusado en asuntos de corrupción: achaques de amnesia, grandes dosis de ignorancia sobre lo que acontecía a su alrededor y ataques al contable, en ausencia de un muerto al que endosarle la responsabilidad. En este caso, los señalados fueron los hermanos Marco Antonio y Miguel Tejeiro. El primero, el contable (que pactó con la Fiscalía) y el segundo, el secretario del Instituto Nóos. Urdagarin, que seguirá prestando declaración el miércoles que viene, quiso marcar distancias desde el principio con el dinero. «Yo no estaba en asuntos de facturación o de contabilidad», ni tenía la menor idea, dijo, sobre cómo se confeccionó el presupuesto de los Valencia Summit, los tres eventos sobre la incidencia del deporte en el turismo en las ciudades celebrados en 2004, 2005 y 2006 al calor de la Copa del América. Antes que Urdangarin había rematado su declaración su socio Diego Torres.

En la recta final de su comparecencia apuntó un dato que representa un intento de demolición de la clave de bóveda de los delitos que se les imputa: malversación, falsedad documental, prevaricación o tráfico de influencias. Torres aseguró que en la primera edición del Summit, la de 2004, no solamente están justificados como gastos los 1.044.000 euros que Nóos percibió como canon por la organización, sino que el instituto tuvo que aportar 247.000 euros más para poder cubrir los costes del montaje del evento. Esto es, 247.000 euros de pérdidas.

La investigación judicial llegó a demostrar que el coste real de las tres ediciones de aquellas jornadas celebradas en Valencia —luego exportadas a Palma— ascendió a 1,2 millones, incluidos los 382.000 euros abonados por los Juegos Europeos que nunca llegaron a celebrarse. Sin embargo, la cifra real cobrada por Nóos subió a 3,5 millones. A la Generalitat y a la fundación Turismo Valencia el Summit le costó 4,2 millones. Nóos tuvo que falsificar facturas, pagar a ponentes que ni siquiera asistieron —según reveló el contable—, fingir pagos de nóminas a falsos empleados y hasta cargar como gastos del Valencia Summit el pago de la limpieza de la casa y los canguros que contrataban Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón.

El marido de la infanta admitió que la empresa familiar Aizoon contrató a varios trabajadores, a efectos de justificar que tenía actividad, aunque atribuyó toda la responsabilidad al que era secretario de Nóos, Miguel Tejeiro. En ese punto, alegó, una vez más, que no estaba al tanto de la gestión y administración de la empresa. El exduque de Palma sí conocía, dijo, que Marco Antonio Tejeiro sacaba dinero en metálico con cheques al portador y luego iba pagando sueldos con dinero en sobres. Exactamente el mismo testimonio que Diego Torres. Hasta ahora se ha puesto de manifiesto una total coincidencia y compatibilidad entre las declaraciones de los dos socios del Instituto Nóos.

Facturas cruzadas de consultoría

El fiscal del caso, Pedro Horrach, preguntó a Urdangarin por el trasvase de 400.000 euros, del millón del canon del Valencia Summit, a la sociedad Aizoon, a lo que el socio de Nóos alegó su absoluto desapego de los asuntos económicos de estos eventos. «Si me pregunta por temas de facturación o de contabilidad realmente no son las funciones que yo tenía en el Instituto Nóos. Tenía un cargo de presidente, un área que era más la parte deportiva», afirmó Urdangarin. «Mi parte, es claro y evidente por mi trayectoria, es esa, el mundo del deporte, y la relación con las personas», sentenció el impulsor de los Valencia Summit.

Entre la abundante facturación cruzada entre diversas empresas controladas por Urdangarin y Torres para justificar la salida de fondos de Nóos, Horrach esgrimió un pago de 714.000 euros, correspondiente al Valencia Summit de 2004, abonado por el Instituto Nóos a Nóos Consultoría Estratégica. En su declaración, Urdangarin reiteró que la idea de organizar unos Juego Europeos partió del empresario de la comunicación, Miguel Zorío. Una cita que no llegó a celebrarse, pese al pago del primer plazo de ese montaje.