Era manisero con pedigrí: su padre había sido un industrial dedicado a la fabricación de maquinaria para la cerámica en la cuna de esta industria artesana.

Estuvo sólo un mandato como alcalde de Manises (1979-83). Pero dejó legado. Además de ordenaciones urbanísticas, una de sus obras clave fue la canalización de gas en el polígono industrial del cementerio, donde se concentraba el sector cerámico de Manises. Hasta entonces, las empresas funcionaban con gas butano. Su gestión canalizó el gas industrial a través de una conducción que permitió modernizar el funcionamiento de la industria local.

Ayer, la corporación de Manises lamentó la pérdida de su primer alcalde democrático y decretó dos días de duelo oficial. Las banderas ya ondean a media asta por un vecino que, como reconocía ayer un destacado dirigente popular de toda la vida, «tenía amigos hasta en el infierno». El alcalde, Jesús Borràs (Compromís), dijo: «Ha sido un gran político y una gran persona. Yo pierdo a un amigo y Manises, un referente. Él impulsó como alcalde el cambio que Manises necesitaba».

De Manises pasó a la Plaça de Manises, sede de la Diputación de Valencia, al ser elegido presidente provincial en 1983. Una anécdota: al llegar vio que su coche oficial era mejor que el del president Lerma. No lo aceptó y se lo cambió. Era consciente de los rangos del autogobierno. Su mandato se prolongó hasta 1988, cuando marchó a Madrid.

La Diputación de Valencia envió ayer un telegrama del presidente Jorge Rodríguez a la familia del fallecido y decretó dos días de luto con banderas a media asta por un hombre que fue alcalde, presidente de la diputación, diputado autonómico y estatal, ministro, ministro dimisionario, competidor en primarias socialistas y candidato a la Generalitat.