Ha pasado más de un siglo desde que las mujeres comenzaron a manifestarse para exigir sus derechos, pero los años pasan y las calles siguen llenándose, como las del centro de Valencia ayer. El lema bajo el que marchaban las miles de participantes, «Sin feminismo no hay revolución», hacía referencia, precisamente, a esa lucha que parece que no termina nunca. Y es que en palabras de la comisaria europea responsable de la Igualdad de Género, Vera Jurova, quedan unas 70 manifestaciones más, a razón de una por año: los mismos que tardará la Unión Europea en conseguir la igualdad entre hombres y mujeres.

«Yo no quiero que me feliciten hoy, quiero que me valoren todos los días», decía Andrea Torres, una joven pluriempleada participante de la marcha. Junto a ella, Irene Pérez, originaria de Madrid pero residente en Valencia, explicaba que la reivindicación no puede ser cosa solo de mujeres. «Los hombres tienen que implicarse también para conseguir la igualdad», sentenciaba.

A pocos metros, Charlie, un joven francés de vacaciones en la capital del Túria, asentía con la cabeza. «Los hombres tenemos una responsabilidad. En mi país la situación de la mujer es parecida a la de aquí. La discriminación se ve sobre todo en el campo político, donde cualquier diputada recibe burlas o insultos por parte de sus compañeros y se ve como algo normalizado», lamentaba el joven.

En la cabecera de la manifestación se encontraba Gabriela Moriana, una de las portavoces de la Coordinadora Feminista de Valencia, convocante de la marcha. «Hace tres siglos comenzó una revolución para conseguir derechos para las mujeres. Hoy tenemos los derechos legales, pero no los reales», explicó a Levante-EMV.

Por ejemplo, «las mujeres siguen cobrando menos por un mismo puesto de trabajo», indicó. «Muchas están formadas y no llegan al status laboral que se merece por lo que se conoce como techo de cristal o pies pegadizos, que impiden que la mujer alce el vuelo», añadía.

Fuera del campo laboral, la perspectiva no es más halagüeña. «Tenemos sesenta mujeres asesinadas más este año que el anterior. Todas las cifras son inaguantables. La violencia de género es solo la punta del iceberg de la desigualdad, su expresión más brutal», reponía la portavoz.

A pesar de este panorama, Moriana calificó la convocatoria como «de protesta, pero también de celebración» por los logros conseguidos. Pero, ¿cuáles son estas victorias? Entre ellas se encontraría, en opinión de la portavoz, la paralización de la ley Gallardón sobre el aborto. «Al menos, la que se ha aprobado no es tan retrógrada», reconoció.

La importancia de visibilizar

Cambiar el nombre del Congreso de los Diputados, introducir semáforos paritarios o crear un manual de estilo de lenguaje no sexista son, según la Coordinadora Feminista, medidas oportunas y necesarias para visibilizar el rol de la mujer en la sociedad. «El simbolismo es importante. Somos el 50 % de la población. Como se decía hace unos años, queremos la mitad de la tierra, la mitad del cielo y la mitad del poder», expuso la portavoz de la plataforma. «El problema es que la mujer no está en los puestos de toma de decisión, de decisiones que les atañen a ellas», añadió.

Al finalizar la marcha, que recorrió la calle Colón desde el Parterre, hacia la plaza del Ayuntamiento y la calle Sant Vicent hasta la plaza de la Virgen, se leyó el manifiesto en que los participantes pedían el rechazo total a los recortes en derechos de salud sexual y reproductiva de las mujeres, la necesidad del acceso libre y gratuito a los métodos anticonceptivos, la creación de una escuela pública, laica y coeducadora que avance en un modelo social de igualdad y el rechazo a la múltiple discriminación que sufren las mujeres, sobre todo las que pertenecen a minorías étnicas o culturales, las pobres y las reclusas. También expresaron su repulsa a la división sexual del trabajo y la criminalización de la prostitución, entre otros puntos.