El Partido Popular de la Comunitat Valenciana que dirige Isabel Bonig tendrá que sacrificar una de sus piezas claves para seguir huyendo del monstruo de la Operación Taula, la presunta trama de mordidas orquestada durante años en la Generalitat, la diputación y el Ayuntamiento de Valencia. En esta ocasión, sin embargo, la persona afectada no es un simple peón, sino uno de los alfiles que en este tiempo ha trabajado junto con la reina, el presidente del PP de la provincia de Valencia, Vicente Betoret. Fuentes de la cúpula regional confirmaron ayer que si finalmente el dirigente provincial es citado a declarar en calidad de investigado (antes imputado) tendrá que apartarse, aunque sea de forma provisional, del cargo en el partido. Si la investigación sigue adelante cuando se levante el secreto del sumario, el partido le pedira el escaño que ocupa en las Corts, la misma exigencia que pesa sobre los concejales de Valencia.

Tal como informó ayer Levante-EMV los investigadores del caso Taula, están ultimando la investigación de Betoret, a quien el exgerente de Imelsa, y autodenominado ´yonki del dinero´, Marcos Benavent, sitúa en las reuniones en las que «se hablaba de pasta». Betoret, que formó parte del núcleo duro de Alfonso Rus, aunque no tenía cargo en la diputación, habría participado, según los investigadores, en conversaciones comprometoras grabadas por Benavent.

Como era de esperar, la confirmación de que Betoret puede quedar salpicado por Taula ha supuesto una sacudida para el partido a nivel regional y provincial, aún no recuperado de la caída de Rus. Betoret asumió las riendas del partido cuando el PP de Alberto Fabra echó al barón provincial. No han pasado ni nueve meses desde entonces y la organización se enfrenta a nueva crisis interna. Cabe precisar que la imputación de Betoret podría tardar, ya que, al estar aforado, el juzgado debe preguntar a las Corts y trasladar los indicios al Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana. El partido mantiene la esperanza de que al llegar al TSJ-CV la investigación no avance, pero, si no es así, le pedirán que se vaya.

Pasadas las 10.30 horas de la mañana y con cara de no haber pegado ojo, Betoret compareció ante la prensa para desvincularse de los negocios de Benavent. A la rueda de prensa ofrecida en la sede del PP acudió acompañado de secretario general, Vicente Ferrer, y de la portavoz del grupo popular en la diputación, Mari Carmen Contelles.

Los primeros espadas de la cúpula regional con Isabel Bonig a la cabeza siguieron los acontecimientos desde las Corts, donde se celebraba el pleno. La tarde anterior se había producido un encuentro con el dirigente provincial, quien abrumado por la situación, llegó a ofrecerle a Bonig su cargo en el partido. En principio, se le ha pedido que espere. También Génova está de acuerdo en no precipitar acontecimientos.

Betoret no fue tan claro respecto a su futuro en el partido en larueda de prensa. Evitó hablar de dimisión y no quiso hacer elucubraciones. «Haré lo que sea mejor para el partido», insistió,. «El partido está por de las encima de las personas», indicó, si bien matizó que «lo mejor» para el partido no tenía que ser su marcha. La aparente rebelión respecto a las líneas rojas de Bonig avaladas por el mismo en las últimas ruedas de prensa del partido, llamaron la atención a los periodistas que, con escaso éxito, trataron de apretarle. «Mi posición „llegó a decir „ es la de los estatutos del partido». Estos fijan la apertura de un expediente disciplinario cuando el cargo es procesado. La expulsion está ligada a la sentencia condenatoria. Betoret distinguió, no obstante, entre sus responsabilidades orgánicas y en las Corts, dando entender que no se agarraría al cargo orgánico, pero sí al escaño.

Preguntado sobre si pensaba que los concejales del grupo popular debían dejar el acta si seguían imputados cuando se levantara el secreto de sumario, Betoret tiró balones fuera: «El día que suceda su imputación, hablaremos, no vamos adelantar acontecimientos».

Pero si Betoret fue ambiguo, Ferrer, su mano derecha, fue claro. Cogió el micrófono en un par de ocasiones para sacar a dirigente provincial del atolladero: «Yo sí puedo decir que no me contradigo porque nunca he defendido la línea roja», soltó: «Se está dando más importancia a cuestiones formales que al fondo. Un personaje como Benavent no puede marca la línea del PP ni decidir quién está y quién no está», recalcó.

El evidente quiebro de Betoret respecto a la doctrina oficial no fue, sin embargo, tenido en cuenta por la dirección regional que descarta que vaya a enrocarse al frente del partido. La cúpula regional atribuyó sus declaraciones al momento personal que atraviesa y minimizaron las declaraciones de Ferrer.