«En un menor el tiempo es irrecuperable»

Es importante puntualizar esto porque mucha gente puede pensar «yo voy por la calle y no veo a uno de cada tres niños pidiendo limosna ni nada parecido». El criterio que se utiliza hoy es el criterio Arrope y está basado en tres elementos: aquellos niños que viven en familias con ingresos inferiores al 60 % de la mediana de ingresos que hoy son 10.000 euros al año. El segundo está basado en el nivel de empleo de la familia y se centra en el 20 % de la fuerza de trabajo, es decir que de dos progenitores solo trabaja uno y a tiempo parcial, por ejemplo. Y el tercer pilar está basando en 10 indicadores sobre si se está al día en el pago del alquiler o la hipoteca, si hace tres comidas al día, si tiene calefacción en inverno... Pero la pobreza también es la vergüenza que tiene el niño, el miedo de vivir en el marco de la violencia...

Y a una cifra que va en aumento se suma el problema de la cronificación...

No solo se cronifican, sino que hay que pensar que hemos aumentado el nivel de niños que se suman a esta situación, y eso que hemos bajado el criterio para medirlos. Es decir, si utilizáramos el criterio de 2014 tendríamos más niños porque la mediana de ingresos era de 12.000 euros al año. La situación es más grave de lo que nos están marcando los números. La clave fundamental en los temas de infancia es que el tiempo no pasa igual en un niños que en un adulto. En el niño, el tiempo es irrecuperable. Un niño que en un año no ha tenido la alimentación que debe tener es irrecuperable. Un niño que no ha tenido la educación que debe tener es irrecuperable; ese año está perdido porque es un sujeto en proceso de evolución y de desarrollo, y si tu le quitas una de las etapas no la recupera. Eso en el adulto no es igual. Yo puedo pasar hambre un año y lo paso muy mal y adelgazo... pero luego lo puedo recuperar. Pero no puedo estar sin educación un año, en el caso de un niño, o en violencia un año, porque el tiempo no pasa igual, no es el mismo concepto.