Los cambios que se vislumbran en el Bloc Nacionalista Valencià tras la renuncia esta semana a la reelección de su líder durante los últimos 13 años, Enric Morera, y la celebración en el mes de mayo de lo que muchos consideran el congreso más importante de la historia del valencianismo político han abierto un debate de calado.

En la formación se abre paso el dilema entre conservar las esencias de un partido de raíz nacionalista o dejar que quede arrastrado y disuelto por la fuerza de la exitosa marca Compromís, una coalición electoral cuyas élites se sienten más cercanas -según detectan sectores del Bloc- a la izquierda españolista que representa el emergente Podemos.

Nadie quiere un congreso de confrontación y menos en el momento de mayor bonanza electoral de Compromís, impensable hace sólo un año. Pero todo apunta a que la candidatura de Águeda Micó, avalada el jueves por el propio Morera; el conseller de Educación, Vicent Marzà; el síndic en las Corts, Fran Ferri, o por el hasta ahora crítico Enric Nomdedéu no será la única en el cónclave.

El pacto con Podemos del pasado otoño abrió una grieta que no se ha cerrado. No tanto por la candidatura electoral en sí, sino por la forma en que se produjo, después de que la militancia rechazara ampliamente el pacto con Podemos y la dirección tomara justo la decisión contraria.

«Hay un caldo de cultivo, las bases ven que el partido no funciona, siempre estamos salvando Compromís en el último minuto deprisa y corriendo y eso genera mucha inestabilidad», admite un referente del sector crítico.

El grupo, del que forma parte el eurodiputado Jordi Sebastià, el jefe de gabinete de la Conselleria de Economía, Rafael Carbonell, las diputadas Mónica Àlvaro y Teresa García o los alcaldes de Tavernes y Sagunt, Jordi Juan y Quico Fernández, no descarta alcanzar el consenso en el congreso, pero tampoco dar batalla a la candidatura de Micó, que aspira a relevar a Morera con el objetivo declarado de convertir a Compromís en la primera fuerza valenciana.

Coalición electoral y no partido

El debate abierto en el Bloc entronca con otro que afecta directamente a Compromís, hoy sólo una coalición electoral que, según las fuentes, tiene cada vez más complicado convertirse no ya en un partido al uso sino en una formación política estable.

En el Bloc consideran que la estructura actual de Compromís beneficia mucho más a uno de los tres partidos que la integran, la Iniciativa del Poble Valencià, la formación de Mònica Oltra, convertida en el gran referente de la coalición y con una proyección que trasciende la autonomía.

Iniciativa, con unos 700 afiliados, es la tercera pata de las cuatro que forman Compromís, pero la gran beneficiada en el sistema de cuotas a la hora de configurar las listas electorales. En peso social está por detrás del Bloc (3.300 afiliados) y de Gent de Compromís, que aglutina al millar de afiliados y adheridos que se sumaron directamente a la coalición y que está todavía muy lejos de ser un grupo homogéneo. «De momento, sólo tenemos obligaciones, pero ningún derecho», lamenta la diputada Marián Campello.

En cambio, en Iniciativa defienden que la situación actual en la que vive Compromís es la mejor. Señalan que la creación de un único partido obligaría a disolver las tres formaciones, entre ellas un partido con la historia del Bloc, igual que la propia Iniciativa o Els Verds, en la parte que afecta al territorio valenciano. Fuentes cercanas a Oltra admiten que son necesarios «ajustes» por el crecimiento que ha experimentado la coalición, como la creación de órganos de decisión «más rápidos» o un espacio de participación para la Gent de Compromís, pero consideran una «frivolidad» el debate sobre la conversión de la coalición en un partido único.

La prueba de fuego de Oltra

En el Bloc están convencidos de que Oltra superó en enero la prueba de fuego sobre una posible ruptura de Compromís, cuando tras la frustrada configuración del grupo parlamentario en el Congreso estuvo tentada de que los dos diputados de Iniciativa, de los cuatro que tiene Compromís, se marcharan a Podemos y dejaran en el grupo Mixto a los dos del Bloc. Entienden que no lo hizo porque para alcanzar la presidencia de la Generalitat en 2019, su gran objetivo, necesita tanto a Compromís como a Podemos.

Con todo, aquella posible ruptura se ha reconducido y hay coincidencia en que el pase al grupo Mixto ha salido incluso mejor de lo esperado. Compromís ha ganado proyección, se ha sentado en la mesa con los grandes partidos estatales y se ha convertido en pieza clave del acuerdo a la valenciana que la izquierda estudia exportar al Gobierno en España.

Así, las tensiones, que existen, quedan atenuadas por el éxito electoral y la visibilidad que ha llevado al valencianismo al Consell, la diputación y 80 alcaldías.