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Análisis

Camps se mueve

El exjefe del Consell, que en su última aparición no descartó su regreso a la primera línea, sondea a cargos de la formación

Camps se mueve

Todo el mundo sabe en el PP que las opciones de retener el Gobierno de España son remotas. Por no decir inexistentes. El escenario se ha decorado de tal manera que o llega a La Moncloa el socialista Pedro Sánchez; o vamos directos a una repetición de las elecciones. No hay otra alternativa.

Y en el supuesto de que Pedro Sánchez lograra formar gobierno, lo hará sobre la bocina. En el último minuto. Apunten una fecha: la última semana de abril. Los populares hablan de una imposible «gran coalición» entre la derecha y la izquierda; los socialistas de un gobierno «a la portuguesa» monocolor con apoyos externos; y Compromís o Podemos de un ejecutivo de coalición «a la valenciana». Pero lo cierto, sin embargo, es que si finalmente Pedro Sánchez consigue triunfar en un segundo debate de investidura será «a la catalana»: «in extremis» y justo antes de que venzan los plazos legales. Al PP ya no le interesa repetir unas elecciones en las que, como ahora, tendrían casi imposible mantener el gobierno. Sería alargar la agonía de una organización que está necesitada de una profunda renovación. Así que sin opción de repetir en La Moncloa y con las grandes instituciones de la Comunitat Valenciana en manos de la izquierda, a los populares les interesa iniciar de inmediato la «travesía en el desierto» para estar cuanto antes en condiciones de volver a asaltar el poder. A golpe de investigación por corrupción y de una herencia que evidencia un auténtico caos en la gestión de los últimos años, se ha desvanecido, como reconocen en la sala de mando ese discurso que consiguió hilvanar el PP y que le había convertido en la fuerza política que a la vista de los ciudadanos mejor defendía los intereses de la Comunitat.

El PP prepara, como primera vía, un congreso extraordinario. Ninguno de los que aparecen en ese movimiento son nuevos en la formación. Han estado en la gestión pública y también en la cocina del partido. Es un intento de coger esa bandera a sabiendas de que arrastran un déficit de credibilidad y de que, posiblemente, la mayoría de los que se pongan detrás de esa manifestación no llegarán a la otra orilla.

Hace unos días, con ese panorama, el antiguo presidente de la Generalitat, Francisco Camps, sugirió durante una comparecencia pública tras conocerse que la Policía le sitúa en el epicentro de la financiación ilegal del PP, que no descartaba presentarse a las primarias que se convocarán en el partido para elegir a la nueva dirección.

Una figura desprestigiada

Dicho y hecho, Camps, responsable como señala el Gobierno de gran parte de la mala gestión que llevó al Consell a la quiebra, lleva días descolgando el teléfono para explorar la posibilidad de impulsar ese movimiento y atraerse a cargos populares en una conspiración que, por otra parte, todo el mundo sabe que no va a ningún sitio.

El desprestigio de la figura del exjefe del Consell es de tal calibre que genera indignación pensar que, a estas alturas y después de lo que se conoce de su labor en la Generalitat, a día de hoy, Francisco Camps siga cobrando del erario público con las prebendas que le concede el estatuto de expresidentes. Esta segunda vía imposible no pasaría de ser una simple anécdota con poca gracia sino fuera porque, a su vez, la salida a la palestra de Camps y la situación de Rita Barberá ha alimentado una opción que abre otra puerta más en las filas del PP. La voz cantante en Génova a favor de aplicar «mano dura» contra la que fuera alcaldesa de Valencia y una de las figuras más emblemáticas de los populares la han encarnado «jóvenes» dirigentes de nuevo cuño como Pablo Casado, Javier Maroto o Fernando Martínez Maíllo, entre otros. Y eso perfila una nueva aristocracia dirigente en el PP de cara a un inminente congreso nacional

¿Sería posible una «tercera vía» en la Comunidad Valenciana abanderada por nuevos dirigentes, alejados de la gestión de Camps y Fabra? Ese es el interrogante que se plantean, en estos momentos, una serie de cargos populares con el mismo perfil: Ese movimiento, todavía larvado e incipiente, adelanta una decisión que, en su momento, tendrá que abordar el PP de Alicante: optar entre la continuidad de José Císcar, fichado en su día por Joaquín Ripoll o apostar por la figura de César Sánchez, titular de la Diputación y que en su día ejerció como asesor de Camps en el Consell. Tradicionalmente el PP siempre ha optado por unir el liderazgo en el Palacio Provincial con el del partido. Y esa cuestión ya está en las conversaciones, todavía privadas, de algunos dirigentes del PP. Antes o después, esa caja se terminará por abrir. Es inevitable. Ley de vida.

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