Silvia y Elena, dos hermanas de 22 y 20 años, acaban de regresar a Valencia tras una pesadilla que difícilmente podrán olvidar tras sobrevivir a los atentados de Bruselas.

Junto con otras dos amigas de su misma edad, también valencianas, se vieron sorprendidas por las explosiones ocurridas en el aeropuerto de Zaventem cuando se encontraban en el interior de la terminal. «Pensé que me estaban disparando y comencé a correr. Todo el mundo iba de un lado para otro sin saber qué hacer; te cruzabas con gente sangrando, era espantoso», recuerda Silvia.

Pero ése era sólo el comienzo de su odisea. Desde el momento de las explosiones, en la mañana del martes, hasta que el miércoles por la noche aterrizaron en Manises, estas dos hermanas aseguran haberse sentido abandonadas a su suerte por las autoridades del país, por la embajada española y por la compañía aérea con la que contrataron el viaje.

«La prioridad era salir del país, pero era todo un completo desastre, falta de información y un descontrol total», aseguran.

Hoy están ya en casa, pero afirman que no han tenido ninguna ayuda ni de la embajada ni de la compañia aérea (Ryanair) con la que volaron a Bélgica. «Cuando contratas un viaje das todos tus datos: dirección, teléfono, etc, pero en todo este tiempo nadie se ha puesto en contacto con nosotras», critican.

Es más, cuando lograron comunicarse con la embajada española les dijeron «que se buscaran la vida con su aerolínea». «Eramos cuatro chicas de 20 años en la calle, en un país en estado de alerta y sin saber qué hacer», describen angustiadas.

Finalmente tuvieron que buscar un vuelo en internet para salir lo antes posible de Bruselas. «Pagamos 700 euros por un vuelo con escala en Canarias, pero valió la pena porque volvimos a entrar unos minutos después a la página web y ya se habían agotado».