«Nos llegó la onda expansiva cuando pasábamos hacia el arco de control y nos dejó aturdidos. De repente me dio la sensación de que iban a empezar a dispararme». Este es el testimonio de Mar Roca, una joven de Moncada que el pasado martes sobrevivió al atentado que sufrió el aeropuerto Zaventem de Bruselas. A pocos metros del lugar donde explotaron las bombas, la estudiante consiguió traspasar el control y salir por las puertas de embarque hacia las pistas. Ahora, tras varios días de espera, ha podido regresar a España a través de un vuelo Amberes-Barcelona.

«Nos hemos sentido muy abandonados. He conseguido volver porque mi madre me compró el billete desde España», explica Levante-EMV la estudiante de Ciencias del Mar. Durante las primeras horas las conexiones estuvieron colapsadas y conseguir un vuelo ha resultado casi misión imposible para muchos, que finalmente han optado por trenes o autobuses. En el caso de Mar, tras los primeros momentos de caos, el personal del aeropuerto la llevó hasta las pistas, desde donde fue trasladada junto con más pasajeros a un polideportivo.

«Nos quedamos allí hasta las 17.30 horas. Yo solo quería salir de allí, tenía mucho dolor de cabeza», relata. Consiguió un billete de tren que no tuvo que pagar para llegar a Amberes, donde vive una amiga suya. Allí ha permanecido hasta que ha podido coger un avión hasta Barcelona, tres días después del mayor susto de su vida.

«La prioridad era salir del país»

Silvia y Elena, dos hermanas de 22 y 20 años, regresaron el miércoles a Valencia. Junto con otras dos amigas de su misma edad, también valencianas, se vieron sorprendidas por las explosiones del aeropuerto de Zaventem cuando se encontraban en el interior de la terminal. «Pensé que me estaban disparando y comencé a correr. Todo el mundo iba de un lado para otro sin saber qué hacer; te cruzabas con gente sangrando, era espantoso», recuerda Silvia.

Pero ese era sólo el comienzo de su odisea. Desde el momento de las explosiones, en la mañana del martes, hasta que el miércoles por la noche aterrizaron en Manises, estas dos hermanas aseguran haberse sentido abandonadas a su suerte por las autoridades del país, por la embajada española y por la compañía aérea con la que contrataron el viaje.

«La prioridad era salir del país, pero era todo un completo desastre, falta de información y un descontrol total», aseguran. Hoy están ya en casa, pero afirman que no han tenido ninguna ayuda ni de la embajada ni de la compañía aérea (Ryanair) con la que volaron a Bélgica. «Cuando contratas un viaje das todos tus datos: dirección, teléfono, etc, pero en todo este tiempo nadie se ha puesto en contacto con nosotras», critican.

Es más, cuando lograron comunicarse con la embajada española les dijeron «que se buscaran la vida con su aerolínea». Finalmente tuvieron que buscar un vuelo en internet para salir lo antes posible de Bruselas. «Pagamos 700 euros por un vuelo con escala en Canarias, pero valió la pena porque volvimos a entrar unos minutos después a la página web y ya se habían agotado».