El día 31 de diciembre, Luna se escapó de casa, en Torrevieja. Tras varios días buscándola, llamando a la policía local de varios municipios, a la Guardia Civil, colgando carteles y anunciándolo por las redes sociales, un vecino llamó a su dueña, alertando de que la había visto muerta en una cuneta. Cuando Laura llegó al punto kilométrico que le habían señalado, desenterró al animal. No era su Luna. Más llamadas y momentos de angustia después, le comunicaron que el servicio de mantenimiento de carreteras había enterrado cinco animales más ese día. A ninguno le pasaron el detector del chip para saber si tenía dueño.

Y no lo habían hecho porque no llevan. Ahora, una vecina de Llíria ha emprendido una campaña para que los técnicos de carreteras, que dependen del Ministerio de Fomento, dispongan de un lector que pueda identificar al animal. «Algunos puede que no lleven, pero los que sí llevan tienen a una persona muy preocupada en casa esperando a tener noticias. Cuesta un minuto saber si tiene amo y avisar para que puedan enterrarlo dignamente», relata Amparo Aranda.

Ella perdió a su perra Dafne hace casi tres años. No sabe si está bien, si va a volver o si está enterrada en alguna cuneta desde el mismo día en que desapareció. Según han podido saber distintos afectados, «las órdenes que tienen los técnicos son cogerlos y apartarlos de la carretera. Los entierran en la cuneta o en el descampado más cercano», critican.

Sin medidas higiénicas

«A mi me llamaron dos días después de desaparecer Luna para decirme que estaba en una carretera de Orihuela costa. La mujer que la vio alertó a la policía local de ambos municipios, pero nadie quería hacerse cargo», cuenta Laura.

Cuando acudió al sitio referido, desenterró un can que no era el suyo. «Procedimos mi pareja y yo a desenterrar un perro que resultó ser un pastor alemán (Luna era una pointer mezcla con braco) que había sido enterrado en un terreno público junto a la carretera nacional 332 sin ningún tipo de medida higiénica», critica Laura.

«Siempre pensamos que no era Luna porque suponíamos que nos habrían avisado. Llevaba el chip. ¿Para qué te hacen ponérselo si después no sirve para nada?», lamenta Laura.

Finalmente, tras varias llamadas más al servicio de mantenimiento de carreteras, el 3 de enero un operario les acompañó hasta un descampado situado entre La Mata y Guardamar. Allí estaba Luna.

«No dábamos crédito a que nadie se hubiese puesto en contacto con nosotros. Le preguntamos a dicho operario por qué no nos había llamado antes de deshacerse de Luna como si fuese un despojo en cualquier lugar y nos dijo que ellos no disponían de lector de chip y que sus órdenes eran en todos los casos de retirar los cuerpos y deshacerse de ellos de cualquier manera», narra. «Se está incumpliendo de manera sistemática con lo que la ley y ordenanzas públicas establecen, dando un trato indigno al cuerpo de nuestros animales fallecidos, enterrándolos en lugares públicos no destinados a ese fin y de manera insalubre», cuenta Laura.

En Cataluña se va a dotar a los técnicos de carreteras de lectores de chip. Se trata de una prueba piloto en 500 kilómetros de carreteras del área metropolitana de Barcelona.