­Aún no había terminado la primera parte del partido cuando el alcalde Francisco Piquer, Francisquet, se levantó y le gritó a Manuel Herrero, capitán del equipo local: «si metéis otro gol, os encierro a todos». Claro, no hubo más goles, y aún así, el equipo visitante formado por marineros de la VI Flota de Estados Unidos, se llevó seis goles de recuerdo endosados por un grupo de jóvenes de Rafelbunyol. También se llevaron, según rememoran los más viejos del lugar, unos cuantos sacos de naranjas y seguramente algunos limones de los que habían probado «a mos redó» y directamente del árbol cuando antes del encuentro visitaron los campos de la localidad. Lo que es dejar, «no dejaron ni una puta perra», recordaba no hace mucho Manuel Camarasa, uno de los jugadores de aquel encuentro.

Puede que todo esto „alcaldes de los de antes, recibimientos entusiastas, norteamericanos que pasan...„ les suene a cierta película de Luís García Berlanga. Pues esperen que aún hay más: hubo chicas jóvenes con vestidos de fallera alquilados por el ayuntamiento, banda de música, curas con sotana, fuerzas vivas intentando agasajar al extranjero para ver si cae algo... Si no fuera porque la película empezó a rodarse en 1952, es como si Rafelbunyol hubiera servido de inspiración al Villar del Río de «Bienvenido Mr. Marshall», ya que la visita de los marineros de la VI Flota a este pequeño municipio de l´Horta Nord tuvo lugar el 9 de enero de 1953, tres meses antes del estreno del film.

Pero no se crean, también el acontecimiento de Rafelbunyol tendrá su película, en este caso documental „«Adiós, Mr Marshall» se llama„, que está rodando la directora cubana (pero afincada en Valencia) Bebé Pérez, responsable también de la productora Besafilms. Con ella se puso en contacto Alfred Ros, hijo del árbitro de aquel encuentro y encargado de «resucitar» esta historia tras encontrar en un álbum familiar varias fotos que atestiguan la visita de los norteamericanos. Y al igual que Berlanga y Juan Antonio Bardem (guionista junto al cineasta valenciano y el escritor Miguel Mihura del histórico film) la intención no es sólo hacer un retrato costumbrista de aquel acontecimiento, sino también explorar el entorno, analizar la coyuntura e incluso, el más difícil todavía, relacionar el acercamiento entre Estados Unidos y la España del franquismo con acontecimientos tan contemporáneos como la reciente visita de Obama a Cuba. «Lo que ocurrió en Rafelbunyol nos sirve de anécdota para recordar aquella España gris, aislada, autárquica, donde no había una sociedad de consumo. Y como el Plan Marshall acabó introduciendo el capitalismo puro y duro», explica Bebé Pérez.

Tal como explica el periodista y autor de «La Sisena en Barcelona», Xavier Theros, que también colabora en el documental, «los Estados Unidos de aquella época habían visto como la URSS detonaba su primera bomba atómica, como China se convertía en una república popular comunista y que en todo Europa salían partidos comunistas muy fuertes. El mundo que veía Estados Unidos era cada vez más antiamericano».

Por ello, incluso pequeños gestos como la visita a Rafelbunyol de sus marines para jugar un partido de fútbol buscaban mejorar la imagen del Tío Sam. Pero al final, el recuerdo de los que lo vivieron tiene un evidente sabor agridulce. «La aportación que hicieron... económicamente, cero. Vinieron como se fueron. Y se llevaron naranjas, se llevaron pomelos, todas las flores...», recordaba Manuel Herrero. Manuel Camarasa, tampoco guarda una impresión demasiado benévola del «desembarco» norteamericano. «Nos pensábamos que venían con billetes de 10.000 pesetas... Vinieron sin una puta perra y sin una puta perra se fueron. ¿Qué nos tenían que dejar? Lo que nos dejaron, nada».

Pero Theros le da una vuelta al asunto. «Puede que para la población se crearan unas expectativas que no se cumplieron. Pero para el país política y económicamente la llegada de los americanos fue clave para entender lo que vino después. Si no hubiera sido por ellos seguramente el régimen de Franco hubiese caído en el 48 o 49 y así aguantó hasta el 75. Franco pudo entrar en la ONU y en todos los organismos internacionales y se le abrieron las puertas del comercio». Para el poder, al menos, Mr. Marshall sí que fue bienvenido.