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Terremoto en Ecuador

"Ni la embajada ni ningún organismo oficial se ha puesto en contacto con nosotros"

Una profesora de Almoines que lleva año y medio en Ecuador vive el terremoto en su casa de Portoviejo, una de las zonas más afectadas

Una de las calles de Portoviejo, con edificios totalmente en ruinas. henry romero/reuters

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La tierra tembló en el oeste de Ecuador y Portoviejo oscureció de repente. Treinta segundos bastaron para que varios municipios se vieran desconectados del resto del mundo. «En ese momento se fue la luz, la conexión... todo absolutamente», explica Gloria Doménech Avaria, valenciana que vive desde hace año y medio en Portoviejo, la denominada zona cero del terremoto de 7,8 que el domingo de madrugada „siete de la tarde de la hora local„ azotó el país latinoamericano.

Doménech es profesora de nutrición en la Facultad de Salud y Escuela de Nutrición de la Universidad Técnica de Manabí, la provincia a la que pertecene Portoviejo. No tenía trabajo en Valencia, y cuando le ofrecieron la oportunidad «acepté porque soy aventurera», asegura a Levante-EMV, vía telefónica. Ahora se puede contactar con ella, pero tardó más de 27 horas en poder decirle a su familia que estaba a salvo. «Fue muy triste no poder hablar pronto con ellos», confiesa. A la mañana siguiente «no hubo manera de poder hablar», y no lo consiguió hasta las 21 horas. «Mis padres estaban desesperados», relata. Ella pensaba que habían recibido un SMS desde el móvil de un amigo, pero el mensaje no llegó.

La valenciana, natural de Almoines, califica de «muy delicada» la situación en la localidad, con «gente desorientada por las calles, caos generalizado, y puntos de distribución de alimentación que no están claros», explica. Además, también apunta que abunda la desinformación, «pero esto se va solucionando poco a poco, porque llega ayuda y el gobierno ecuatoriano está trabajando mucho», afirma Gloria. La población tiene orden de salir de las casas e ir a los lugares habilitados como refugios.

El casco viejo, destruido

La parte más destruida de Portoviejo es el casco antiguo, donde había edificios «totalmente viejos». Es una zona de comerciantes, especifica la valenciana, y asegura que el número de víctimas podría haber sido mucho mayor entre semana o a otra hora, porque por la tarde muchas tiendas ya habían cerrado. Además de los edificios que se han derrumbado, muchos otros amenazan con hacerlo. Un grupo de españoles „ingenieros y arquitectos„ que también se encuentran en la zona, estuvieron valorando los inmuebles, y contabilizaron más de un centenar en estado peligroso, antes de que hubiera una réplica de 5,2 que pudo deteriorar muchos más.

La mayoría de ciudadanos (son 200.000 en Portoviejo) habita en zonas residenciales un poco alejadas del centro, en edificios de reciente construcción que han resistido, como es el caso de Gloria.

Saqueos y vandalismo

«Nos quedamos sin luz ni agua en casa, aunque poco a poco se va recuperando la electricidad en algunos sectores», explica la profesora. Ella podría quedarse en su domicilio, pero ha decidido juntarse con un grupo de españoles y se alojan todos en una casa, mientras piensan qué hacer. «La situación es mala. Empieza a haber vandalismo porque hay casas abiertas y la gente no tiene qué comer», por lo que posiblemente decidan irse a Quito.

La valenciana echa en falta que algún organismo oficial haya contactado con ella y los otros españoles de Portoviejo. «La embajada no se ha puesto en contacto con nosotros», explica indignada, y recalca que está dada de alta en la de España en Guayaquil. «Se supone que para esto están, ¿no?», se pregunta de forma retórica. Por esto han sido ellos los que han remitido una lista con sus nombres y apellidos para informar de que se encuentran en buen estado.

Los dos misioneros valencianos que están en la zona, Ramón Peris Pla y Rafael Alventosa, afirman que aún hay «mucha gente viva bajo los escombros que grita», según informó ayer el Arzobispado de Valencia. «Nosotros estamos bien, pero hay mucho desastre a nuestro alrededor», trasladó Alventosa desde Ecuador. Asimismo, la gran cifra de fallecidos hace que los religiosos valencianos no puedan ofrecer funerales en la iglesia ni bendecir todos los cuerpos. En unos días se realizará una misa conjunta.

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