La recuperación de aquella antigua fábrica destartalada de la avenida de Burjassot se gesta en un gabinete junto a Mestalla. El arquitecto Eduardo de Miguel es el encargado de reinventar Bombas Gens para el siglo XXI, con el reto que aquellas naves llenas de operarios que trabajaban entre calderas, alberguen en unos meses uno de los mejores centros de arte contemporáneo de Valencia. Pero además, que atienda al compromiso social de la Fundació per Amor a l´Art.

El empresario José Luís Soler adquirió el edificio para conservarlo, rehabilitarlo y dotarlo de un uso cultural y solidario. Algo que tiene muy presente un arquitecto con una experiencia contrastada en obras públicas, como la ampliación del Palau de la Música de Valencia, El Centro Cultural El Musical del Cabanyal (finalista en los premios FAD 2004) y el Proyecto de Integración Paisajística del Tram en la Serra Grossa de Alicante (Premio FAD de la opinión 2009).

Después de un año y medio de trabajo, tras comprobar el estado de las diferentes estructuras y analizar los elementos a conservar, el proyecto está a punto para empezar, cuando todos los trámites administrativos estén finalizados.

Tras la fachada «art decó», las cuatro naves principales estarán dedicadas al centro de arte, y junto a la número 4, y el antiguo edificio de la gerencia, se levantará el centro de día, con una estructura integrada en el conjunto, al que se accederá por la puerta principal. Todo ello comunicado entre pasillos y terrazas ajardinadas. Precisamente la modulación de los diferentes usos „museo, centro del día y sede de la fundación„ del edificio, hace que la complejidad de la intervención sea singular. Un proceso de recuperación de patrimonio industrial único hasta ahora en Valencia.

De Miguel explica que las características del edificio del barrio de Marxalenes han provocado un planteamiento muy cuidadoso tanto de su equipo, como de los propietarios. Pues se trata de un edificio complejo, inacabado, donde no hay nada que se parezca, con elementos impropios y cuerpos auxiliares prescindibles. Todo el estudio realizado hasta la fecha, según remarca, se ha hecho desde la transparencia, el conocimiento y la autorización de las administraciones, tanto municipal como autonómica.

«Proyecto apasionante»

«Es un edificio inacabado „indica„ que se interrumpe abruptamente a la espera de una calle que nunca continuó?, pero eso lo hace un proyecto tan complejo como apasionante». Toda una declaración de intenciones del arquitecto, mientras repasa por enésima vez los planos, las escalas y mira de reojo la maqueta. La primera y única proyección en volumen que estuvo presente cuando se dio a conocer el proyecto de recuperación.

La complejidad de la rehabilitación tiene que ver con el planteamiento de origen, con la geometría del espacio, con decisiones que luego con el tiempo no se terminaron de cumplir y que obligó a un nuevo planteamiento, cuando la fábrica dejó de estar en medio de la huerta de Marxalenes y empezaron a surgir edificios de viviendas en los años sesenta, que avisaban claramente de la amenaza al complejo. La casualidad, en este caso en desavenencias sobre la propiedad, en primer lugar y su posterior compra para su conservación, ha hecho que Bombas Gens sea uno de los pocos patrimonios fabriles de los que pueda presumir Valencia.

El edificio mantendrá su estructura original pero se adaptará, porque albergará una colección de arte, bajo la supervisión de Nuria Enguita, que aspira a poder intercambiar obra con otros centros de prestigio. Eso exige unas medidas de control de humedad, de temperatura y de seguridad.

Otro reto es la construcción del centro del día, que tiene previsto acoger niños y adolescentes en situación de exclusión en el barrio, y necesita unas condiciones especiales

La sede de la fundación ocupará la antigua vivienda plurifamiliar, que era la del encargado y el apoderado, situada en el extremo más pequeño del complejo, pero que De Miguel pretende que se convierta en un centro para irradiar la energía y la actividad del resto de las actividades.

«Hay nuevos usos que necesitan desarrollarse al margen del recinto que se protege. Es una obra que tiene una parte de restauración y otra de obra nueva», señala De Miguel. Y en eso está, en darle forma «sin haber tenido ningún problema con nadie», y en hacer todo ello compatible con el vecindario.