Carlos tiene 11 años y el tiempo más que justo. Son las 14,30 horas, quiere estar presente en la entrevista, pero debe volver al colegio a la hora. Explica, con naturalidad, que «ahora mismo», tiene seis hermanos, «dos biológicos, tres en acogida y Hosnia, que vive con nosotros porque ya tiene 18 años y no está tutelada... pero ¿sabes qué pasa? Que la mandaban a Castelló. ¿Qué hace ella allí, sola?».

El mayor de la prole formada por Carlos Monserrat y Maria José Romero, explica que el número de «hermanos» de acogida varía según el momento. A veces ha tenido uno, a veces, dos. Ahora tiene tres. A los mellizos Álvaro y Sergio, de 7 años, los tiene siempre. Con los que ha compartido su vida, el amor y atención de sus padres, los juguetes, los libros, la comida, los juegos... mantiene el contacto, aunque los vea poco porque ya viven con su familia adoptiva. Y a sus 11 años, mientras explica la vida de los Monserrat-Romero, coge una gasa y le limpia la boquita al bebé de apenas un mes que llegó recién nacido al hogar. Está en todo.

A ninguna familia de acogida le mueve el dinero. Llevan años cobrando tarde y mal. En 2016 no han visto «ni un euro». De hecho, el refrán de donde comen tres, comen cuatro, no se cumple para las 2.719 familias que integran el programa de Acogimientos Familiares de la Generalitat Valenciana. Y es que no se trata solo de alimentarles. Hay que vestirlos, que calzarlos, que pagar las extraescolares, la guardería, hay que vacunarlos, hay que comprar los libros de texto, hay que... hay que... La lista no se acaba. Ya se encarguen de un menor con el mantienen un vínculo de sangre (su abuela, su tía...), o no. Los gastos son los mismos para todos, y el altruismo con el que se encargan las familias de estos menores, tutelados por la Generalitat Valenciana, también.No quieren que el pequeño viva en un centro de acogida hasta que sean adoptados por una familia. Por eso los acogen, ya sea de forma temporal o permanente. Por eso los tratan como a sus propios hijos.

El dinero no llega

Con el PP en el gobierno valenciano había dos quejas fundamentales: que la cuantía no era la misma y distinguía entre familia extensa (con vínculo de sangre) „cobraban 9 euros por día y menor„ y educadora (que percibían 12 euros) y que el pago se realizaba dos veces al año, porque dependía de dos líneas de subvención. La vicepresidenta del Consell y responsable de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, Mónica Oltra, anunció a finales del año pasado que las cosas iban a cambiar. De entrada, las ayudas se equiparaban hasta los 12 euros al día para todas las familias y, en segundo lugar, el objetivo era pagar al mes, porque «se gasta al mes». Sin embargo, la orden aún está pendiente.

El dinero no llega y las familias, que aplaudieron los cambios, están decepcionadas. «Vivimos con el dinero justo. Para ser familia de acogida uno de los dos no debe trabajar, así que solo tenemos el sueldo de mi marido, que trabaja de mantenimiento de un colegio. Sobrevivimos gracias a la ayuda de nuestros familiares, amigos y conocidos», explica Maria José. Su marido, puntualiza: «La Generalitat es el tutor de estos menores y debe preocuparse por ellos. La responsabilidad recae en las familias porque nosotros lo que queremos evitar es que haya niños viviendo en centros. Los anuncios y las promesas se deben hacer cuando se vayan a cumplir».