El contexto condiciona el mensaje. «Hay que dar un abrazo al otro bando. Nadie es un santo. Hay que admitir los errores, aunque no es fácil, pero eso nos hace crecer y ser inteligentes». Esas palabras las pronunció ayer Edda Negri Mussolini, nieta de quien fuera duce de Italia, Benito Mussolini, dentro del acto «Primavera Española» que celebró una asociación neofascista en un hotel de Valencia. Sin embargo, esas mismas frases, envueltas de mesas en las que se venden libros como Mein Kampf (Mi lucha) de Adolf Hitler o el programa nacionalsocialista de la Alemania nazi, o de gritos de «Mussolini presente» acompañados del saludo fascista, adquieren un cariz distinto.

El discurso pierde toda su fuerza reconciliadora y se convierte en algo anodino, superfluo y completamente trasnochado. Sobre todo cuando, tras su alocución, la periodista Emma Morioni, con quien Edda comparte la obra «Mi abuela Doña Rachel, la mujer de Benito Mussolini», pidió un homenaje «a los italianos que murieron aquí luchando contra el peligro bolchevique» en la Guerra Civil. No recordó a los miles de civiles valencianos que fallecieron por culpa de los bombardeos de la aviación italiana ordenados precisamente por Benito Mussolini.

Edda, que admitió que ha luchado por que en su apellido se incluya Mussolini porque está «orgullosa» de él, pintó a sus abuelos de forma amable. «Era una mujer humilde que me enseñó a perdonar y a no odiar, sino a buscar el diálogo», aseguraba sobre Rachel en un discurso deslavazado en el que siempre se mantuvo en pie. Mientras, del duce, a quien no conoció, se atrevió a decir que «no amaba la violencia y luchaba contra ella dentro del partido». Parecía que su abuelo no fue el mismo que implantó un régimen fascista en Italia que persiguió a miles de judíos y comunistas entre otros o que introdujo a su país en la II Guerra Mundial como aliada de la Alemania de Hitler, esa misma a la que hacían apología algunos de los libros de los estands presentes en la sala.

Sin incidentes

El acto, al que acudieron algo más de cien personas „casi todas ellas con estética o prendas con tintes neofascistas„, se celebró sin incidentes pese al recelo de los organizadores ante una posible llegada de grupos antifascistas que nunca aparecieron. Para evitar problemas, recordaban a algunos de los asistentes que tuvieran «cuidado, que hay periodistas», mientras que no dejaron a los reporteros gráficos tomar imágenes del público «por motivos de seguridad». Sí que estuvieron presentes los saludos fascistas, ocasionales en algunas partes del discurso de Edda, que recibió una profunda ovación aderezada con colas de gente para fotografiarse con ella. Una furgoneta de la Policía Nacional merodeó por la zona y tomó los datos de un grupo de jóvenes asistentes a la conferencia.

No acudieron al acto ni el líder del partido de ultraderecha italiano Forza Nuova, Roberto Fiore, ni el editor que fue encarcelado por difundir ideas genocidas, Pedro Varela. Por la tarde, estaba previsto un concierto para poner fin a la jornada.