Un proceso tan extraordinario como el pacto entre la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) y la Real Acadèmia de Cultura Valenciana (RACV) tuvo ayer un desenlace fuera de lo común. Un final que sobrepasa la imaginación del guionista más retorcido. La junta general de la RACV aprobó ayer, por la mínima, la declaración conjunta con la AVL que insta a «establecer una relación normal» y propiciar la «cooperación efectiva» entre las dos entidades «desde el respeto al ordenamiento jurídico valenciano», que establece en el Estatut d'Autonomia que «la AVL es la institución normativa del idioma valenciano». La que fija cómo se escribe correctamente. El viernes, el pleno de la AVL ya aprobó esta misma declaración sin ningún voto en contra. Constituye un primer pacto entre dos eternos rivales, un acuerdo de gran calado simbólico, que sienta las bases para la pax lingüística definitiva en torno a la llengua de Ausiàs March y que puede sofocar los últimos rescoldos de la Batalla de València.

El resultado de la votación en el seno de la RACV fue ajustadísimo. Hubo un empate técnico: 17 votos a favor, 17 en contra y un voto nulo (con una papeleta del sí y otra del no introducidas en el mismo sobre). Sin embargo, el voto de calidad del decano, Federico Martínez Roda (en caso de igualdad de votos, el suyo vale el doble), decantó la balanza a favor de aprobar el documento de declaración conjunta con la AVL y activar un proceso de negociación que él mismo promovió el pasado mes de febrero en una entrevista concedida a Levante-EMV.

Además, para que el acuerdo saliera adelante fue decisiva la presencia en la junta general de la RACV de dos concejalas del Ayuntamiento de Valencia, María Oliver (delegada de Acción Cultural por València en Comú) y Glòria Tello (delegada de Cultura por Compromís), así como la asistencia a la votación de Xavier Rius (Compromís), diputado de Cultura de la Diputación de Valencia. Votaron estos tres representantes institucionales con derecho a voto en el seno de la RACV, una entidad pública fundada en 1915 por la Diputación de Valencia y cuyo reglamento reserva capacidad de «voz y voto» al presidente de la diputación (presidente de honor de la RACV), al alcalde de Valencia (vicepresidente de honor), y a dos representantes de la diputación y dos del Ayuntamiento de Valencia.

Aunque el reglamento lo contempla, no es nada habitual que los políticos participen en las votaciones de la RACV. Los más veteranos de la institución aseguran no recordar nada parecido en la historia reciente de la Real Acadèmia. Ese hecho infrecuente suscitó acusaciones de «manipulación» y «politización del resultado» por parte del bando de académicos derrotado.

Tensión dentro y fuera

La votación estuvo rodeada de tensión, tanto en el interior de la sala como en el exterior. Dentro de la junta general hubo tres parlamentos a favor y otros tres en contra del acuerdo de partida con la AVL. A favor del no hablaron los académicos Voro López, Leopoldo Peñarroja y Francisco Ballester Olmos. A favor del sí intervinieron Jaime Siles, Javier Domínguez y el propio decano, Martínez Roda. Tras cada alocución se pudieron oír los aplausos „más o menos intensos„ de los académicos presentes.

A las puertas de la sede de la Real Acadèmia, todavía con restos de color azul de pintadas recientes, aguardaban una veintena de personas que portaban alguna senyera y pancartas con lemas como «No hi ha pacte polític que puga amagar la veritat», «Sigueu fidels al Regne» o «La llengua no es pacta, es defén. ¡La RACV no es ven!». Los manifestantes clamaron consignas como «som valencians, mai catalans» y pidieron la dimisión del decano. Hubo un momento de tensión, cuando penetraron en el interior de la sede algunos manifestantes y se produjeron leves empujones entre manifestantes y personal de la Real Acadèmia. No pasó a más.

Objetivo: la despolitización

El decano y artífice del proceso de acercamiento hacia la AVL, Federico Martínez Roda, se mostró «radiante de gozo» por el resultado final y consideró que la RACV está ahora «mejor que nunca». Martínez Roda lanzó dos grandes ideas. La primera, que la aprobación del documento conjunto es un paso de «gran valor simbólico» para alcanzar un objetivo personal: despolitizar la entidad que ha servido de faro normativo del secesionismo lingüístico y que actuó durante décadas como brazo cultural, junto con Lo Rat Penat, del extinto blaverismo político.

«No podemos ser un órgano político ni una especie de última retaguardia de unos partidos políticos prácticamente inexistentes y sin relevancia política. Si tienen frustraciones políticas, que se vayan a otro sitio y que nos dejen tranquilos», exclamó el decano de la RACV, que tiene mandato hasta 2019. «Espero „añadió Federico Martínez Roda„ que esta decisión sirva para que la RACV salga de las páginas de Política, porque lo que pretendemos es salir de las páginas de Política y estar en las de Ciencia y Cultura». Asimismo, y con ecos a final de batalla, el decano de la RACV proclamó: «No se puede vivir con tensión permanente generación tras generación. Es insano».

El decano de la RACV aseguró que «no hay hoja de ruta» prevista con la AVL. Ahora, dijo, toca trabajar juntos. Y en esos grupos de trabajo conjunto «se sentarán los que se quieran sentar». ¿Y adónde llegarán juntos? «Tendremos en común „respondió Martínez Roda„ lo que los valencianos tienen en común, sin interferencias de fuera».

Los políticos se justifican

Los tres políticos presentes en la votación justificaron su criticada presencia. «Somos miembros natos [de la RACV]. Si hasta ahora no había venido ningún representante político, era un error de base. Nosotros representamos aquí a la ciudadanía y hemos de cumplir con nuestras obligaciones», dijo Glòria Tello. «Lo anormal sería que no viniéramos», añadió la concejala María Oliver. El diputado Xavier Rius defendió que «nuestra presencia es lo normal» y destacó que la diputación intenta «normalizar las relaciones con todas las instituciones públicas», y ésta es una muestra más. El decano de la RACV aseguró que él no medió para que asistieran a la votación. Al final, su presencia resultó decisiva.