A punto de cumplirse diez años del accidente del metro del 3 de julio de 2006, aún siguen desvelándose nuevos detalles sobre el siniestro. La última y sorprendente revelación fue aportada ayer en las Corts por la doctora del SAMU (Servicio de ayuda médica urgente) Carolina Ligorit Palmero, perteneciente al equipo médico Alfa 7, el segundo en acudir a la estación de Jesús donde acababan de descarrilar dos trenes. «Cuando entramos al túnel vi a dos bomberos que intentaban abrir la cabina [del tren] y vi dos víctimas en el interior, con evidentes traumatismos craneoencefálicos, por lo que era evidente que no había nada que hacer por ellas». La médica avisó a los dos bomberos de que las dos personas estaban fallecidas y que debían seguir buscando para encontrar más heridos. «Pero me dijeron que tenían órdenes de sus superiores de sacar los cuerpos».

La cuestión es que la presencia de ambos cuerpos en la cabina no aparece reflejada en ninguno de los informes elaborados por los bomberos, la policía o el juzgado que investiga los hechos. De hecho, en el croquis sobre el estado en el que quedaron las primeras 41 víctimas mortales elaborado por los agentes de la Brigada de Policia Científica de Valencia ubican los cuerpos del maquinista y de la revisora en la playa de vías donde aparecieron el resto de cuerpos. Nadie hasta ahora se explicaba cómo pudo acabar el cuerpo del maquinista fallecido en el siniestro, Joaquín Pardo Tejedor, en la zona trasera a los trenes descarrilados que él mismo conducía.

Fuentes jurídicas consultadas por Levante-EMV coinciden en la gravedad del traslado de los dos cuerpos sin que se hiciera constar en ningún informe ya que supone alterar el escenario de un accidente y una ruptura de la cadena de custodia de las pruebas que podría tener «trascendencia penal».

Una actuación deficiente que apuntaló el forense del Instituto de Medicina Legal (IML) de Valencia, Manuel Velázquez Miranda, el primero en comparecer en la jornada de ayer, quien se mostró sorprendido de que los médicos forenses no participaran en el levantamiento de los primeros 41 fallecidos en el siniestro , tarea de la que se encargó la policía judicial. «Una autopsia comienza en el levantamiento del cadáver porque orienta tanto la investigación judicial como la autopsia posterior», explicó. Y añadió que los forenses del IML «sólo determinamos la causa de la muerte pero no tenemos las circunstancias de la muerte», explicó Velázquez, quien mostró su «sorpresa» porque fuera los agentes de la Policía Judicial los que se encargaran de levantar los cadáveres, primero, y después recoger los primeros indicios del accidente en el túnel entre las estaciones de Plaza de España y Jesús. A juicio de Velázquez el IML no estaba preparado para una catástrofe de las dimensiones del accidente del metro.

De hecho, a la doctora del SAMU que declaró ayer le extrañó «no ver forenses» durante el levantamiento de los cuerpos «ni tampoco a la jueza en ningún momento». La médica permaneció en la estación de Jesús tras la evacuación de los «diez o doce heridos muy graves, que fueron estabilizados en la misma estación antes de ser trasladados al hospital», para atender a los bomberos y la policía judicial. «A algunos tuvimos que pincharles porque vomitaban» durante la recogida de restos. humanos.

El calificativo más utilizado por la doctora del SAMU para describir el escenario en el que tuvieron que trabajar aquel caluroso 3 de julio fue el de «dantesco». «Entramos en el túnel iluminados por la luz de la estación de Jesús. Tendríamos que haber esperado, porque el rescate corresponde a los bomberos, pero uno de estos efectivos nos pidió que entráramos porque "estamos perdidos y no sabemos qué rescatar"». El criterio fue «realizar un triaje de bultos, de personas que se pudieran mover o hicieran algún ruido», relató la doctora. Tras rescatar a los vivos, se inició el recuento de fallecidos. Debido al mal estado en el que quedaron los cuerpos, «se contaban las cabezas», detalló de forma cruda la doctora Ligorit. Unas lesiones que la médica no tuvo ninguna duda en achacar al «tipo de ventanas. No tengo ninguna duda que otro tipo de cristales hubieran salvado más vidas». Las víctimas del metro, a pesar de la crudeza, agradecieron a la doctora la sinceridad de su testimonio.