Ya no es por la presión social -que, de mala manera, impone una imagen, unas tallas y unos cánones de belleza determinados- sino, ante todo, por salud. Esta es la idea fundamental que quieren transmitir los expertos y sanitarios para que la gente se conciencie e intente «combatir» el sobrepeso y la obesidad. Las recomendaciones son las típicas: comer sano, llevar una vida activa... pero cada vez se descubren más problemas de salud que se ven agravados o provocados por un exceso de peso. Una situación que hay que atajar de raíz y, por tanto, desde la infancia, para que los adultos del futuro no sufran las consecuencias.

Según los datos con los que cuenta la Conselleria de Sanidad Universal y Salud Pública, pendientes de actualización, aproximadamente el 24 % de menores con siete y ocho años sufren sobrepeso y el 18,5 % obesidad. De estos, dos de cada tres mantendrán este exceso de peso toda la vida, según explica Joan Quiles, jefe de la Sección de Educación de la Dirección General de Salud Pública. «Después de un aumento importante, ha habido una estabilidad, pero es un grave problema de salud pública», apunta. De hecho, el Plan de Salud 2016-2020 de la Conselleria incluye entre sus objetivos reducir el sobrepeso infantil y frenar el aumento que se está dando en adultos (el 53 % tiene exceso de peso).

Causas más allá de los hábitos

«La mayoría de veces la cuestión genética es inferior al 5 %, por tanto, el otro 95 % es una cuestión conductual», explica Joan Quiles. La mala alimentación y el sedentarismo son las causas principales, pero los datos también revelan un vínculo entre los ingresos familiares o los estudios de los padres.

La relación está probada: cuanto más baja es la formación -sobre todo de la madre- o la cantidad de ingresos de una familia, más elevado es el exceso de peso entre los miembros del hogar, asegura Lucía Fernández, portavoz del Colegio Oficial de Dietistas y Nutricionistas de la C. Valenciana (CODiNuCoVa). Según la Encuesta Nacional de Salud, el 25,6 % de los adultos de los grupos con menor nivel de ingresos son obesos frente al 7,7 % de los que tienen mayor poder adquisitivo.

Por tanto, la crisis económica, además de malnutrición, también ha generado sobrepeso y obesidad. «En general, la crisis ha provocado una caída del volumen de alimentos que se adquieren y ha favorecido la compra de productos muy procesados y ricos en grasa, muy baratos», afirma Fernández. La nutricionista también apunta que ha crecido el consumo de dulces y bollería, ya que es «más accesible y barato». Estos productos cubren las necesidades energéticas de los niños, pero no las nutritivas, alerta. Además, considera «alarmante» la cantidad de azúcar que se consume -17 cucharillas al día cuando lo adecuado serían solo seis- que contienen zumos y alimentos «muy procesados»; así como la progresiva sustitución del pescado por la carne en la dieta cotidiana.

La pobreza también influye en el sedentarismo, asegura Lucía Fernández. El 58,7 % de los niños que viven en hogares con menos ingresos ve la televisión entre dos y tres horas diarias, mientras que en una familia más adinerada, esta cifra se reduce al 21,6 % de los menores. Además, todas las familias no pueden permitirse los gastos de las actividades deportivas extraescolares, recomendadas para llevar a cabo una vida activa. La portavoz del CODiNuCoVa también se muestra convencida de que la falta de conciliación laboral de los padres influye en la mala alimentación de los pequeños y, por tanto, en el sobrepeso y la obesidad y explica que entre las clases humildes, la obesidad ha ido aumentado en las últimas décadas, pasando de un 17 % en 1987 al 30 % en 2007, ya que antes no había alimentos tan procesados.

Además de confirmar la influencia de los ingresos y el nivel académico de los padres en el peso, Joan Quiles añade que ya existen estudios que apuntan que no haber sido alimentados con lactancia materna durante los primeros meses de vida, o la contaminación ambiental, también influyen en el exceso de peso.

Falta de alarma

La nutricionista se lamenta de que, socialmente, «la obesidad no alarma tanto como otras patologías». «Gustan los niños 'gorditos' y al que está delgado se le afea», apunta. Recuerda que la infancia «es un periodo fundamental» y que con el paso de los años esos kilos de más «luego son más difíciles de quitar» y se conservan en la edad adulta.

Un lugar ideal para que los niños aprendan buenos hábitos podrían ser los comedores escolares. «Han cambiado mucho, pero aún hay margen de mejora», según Quiles. Por eso, de aquí a 2020 la Conselleria se plantea asegurar «la calidad nutricional» de todos los menús de los colegios e «intentar incluir más presencia de alimentos de proximidad y ecológicos. Y es que, como apunta Lucía Fernández, la comida del mediodía aporta del 30 al 35 % de energía y nutrientes necesarios cada día. Ella llama a recuperar la dieta mediterránea tradicional y a consumir productos «de temporada y locales», para abaratar la lista de la compra sin renunciar a una alimentación sana y equilibrada.