La primera Cuenta General de la Generalitat elaborada bajo el Ejecutivo de Ximo Puig, la relativa al ejercicio de 2015, ha servido, según sostuvo ayer el titular de Hacienda, Vicent Soler, para enterrar la ingeniería contable» de los gobiernos del PP y mostrar la cruda realidad de la situación económica y patrimonial de la Administración. La conclusión es que el pasivo de la Generalitat, es decir, todo lo que debe tanto a largo como a corto plazo, se eleva a 45.840 millones de euros. Si se tiene el censo actual, supone una deuda de 9.292 euros por valenciano. La cifra evidencia un deteriorio de la situación respecto a 2014 consecuencia de una revisión de las cuentas que ha hecho aflorar pérdidas económico-patrimoniales por 3.084 millones.

El conseller Soler compareció ayer en la rueda de prensa posterior al pleno del Consell para explicar los pormenores del informe de la Intervención de la Generalitat y que enmarcó en el compromiso del Botànic por la «transparencia» en la gestión. Soler explicó que la Cuenta General, a diferencia de años anteriores, está libre de maquillajes y es un ejercicio de realismo, porque refleja la imagen más exacta posible de las cuentas heredadas.

Fruto de las recomendaciones reiteradas de la Sindicatura de Comptes para que se sanaera el balance de la Generalitat, Soler indicó que «por primera vez se provisionan agujeros y otros compromisos y pasivos no reconocidos» por el anterior Consell, una operación de «saneamiento» que ha sacado a la luz los citados 3.084 millones, que pasan a engrosar el pasivo.

Prácticamente la mitad del agujero proviene del sector público empresarial. Por primera vez, el Consell viene a reconocer que difícilmente cobrará la deuda que le deben sus empresas públicas e incluye en el pasivo una provisión de créditos a corto y largo plazo por valor de más de 1.400 millones de euros. Los «pufos» en la Feria de Valencia y la Sociedad de Garantía Recíproca también se añaden al debe (casi 1.000 millones entre la provisión del pasivo y los avales fallidos), al igual que otros conceptos como la financiación de planes de infraestructuras de universidades (235 millones), las pérdidas por la extinción de entidades (40 millones) o la multa de la Unión Europea por el ocultamiento del déficit.

En terminos generales, el activo asciende a 20.426 millones, lo que supone una reducción de 437 millones respecto a 2014, es decir, un 2,10 % menos. Y ello a pesar de que en su revisión, el Consell recoge por primera vez en el haber la totalidad de los colegios de Ciegsa por 1.309 millones. El pasivo, como se ha dicho, suma 45.845 millones, un 9,9 % más que el reconocido en el cierre de 2014, el último que aprobó el Consell de Fabra.

La consecuencia de la «limpieza contable» es que el resultado económico patrimonial de la Generalitat registró en 2015 unas pérdidas de 4.543 millones. En 2014, las pérdidas fueron de 3.082 millones, por lo que el desahorro aumentó en 1.461 millones. Así, los fondos propios negativos (patrimonio neto) pasaron de 20.875 millones a 25.419 millones.

Más allá del ajuste, el documento evidencia aún más el grave deteriorio de las cuentas. Ya en diciembre, el Síndic de Comptes advirtió de que era necesario un plan de viabilidad para el reequilibrio financiero y alertaba de la posible insolvencia de la Generalitat. La radiografía de las cuentas es desoladora: ni vendiendo dos veces todos bienes, el Consell lograría pagar todo lo que debe. La deuda es casi tres veces un presupuesto anual de la Generalitat.