Los trabajadores de la fundación Fisabio, dedicada a la investigación sanitaria, están en el ojo del huracán muy a su pesar y no por los logros de sus investigadores como ellos esperarían. El desencuentro entre los socios de gobierno del Consell, PSPV y Compromís, tras conocerse que la hija de la secretaria autonómica de Sanidad, Dolores Salas, había estado contratada en la fundación y por última vez desde septiembre de 2005 ya con su madre como dirigente de Sanidad y patrona de la fundación ha crecido de nivel después de que la gerencia de la entidad no informara de este último contrato cuando el PP preguntó.
Un «error humano» en el peor de los momentos y un informe exculpatorio extemporáneo han hecho que todas las miradas se centren ahora en el gerente de la fundación, Jacobo Martínez, para quien la consellera iba a pedir la destitución el pasado martes en una reunión del patronato que, finalmente se aplazó.
Martínez, al día siguiente de saberse cuestionado, no dudó en poner su puesto a disposición de la entidad si ello ayudaba a «frenar el deterioro de la imagen de la institución» pero también recordó que él llegó al puesto después de que se decidiera contratar a la hija de Salas y que su perfil era «técnico y no político». Sobre la presunta ocultación en la ya famosa lista remitida en abril al PP, Martínez insiste en dar las mismas explicaciones que las suscritas a mediados de junio: una cadena de «errores humanos» sobre la que, de hecho, pide una investigación.
La explicación, rocambolesca en ocasiones, ha sido puesta en duda desde diferentes ámbitos, lo que mancha la imagen de una institución a la que ahora se la relaciona más a pie de calle con el mundo de los enchufes laborales que con los logros científicos, tal como se asegura desde el grupo parlamentario del PP que insinúa que lo de Salas no sería un caso aislado en la fundación. Mientras, la petición de la cabeza de Martínez ha generado una oleada de solidaridad por parte de los trabajadores, 382 actualmente, de los que el 80 % son investigadores. Básicamente lo que piden es «estabilidad» para trabajar después de varios años con cambios en las cabezas visibles desde su puesta en marcha a finales de 2009. En total han pasado por la gerencia de la institución 5 personas en 7 años y la inestabilidad y los vaivenes en el enfoque no son amigos de las investigaciones a largo plazo.
La institución, pública y sin ánimo de lucro, nació en 2008 pero se refundó en 2012. Originariamente, aglutinaba los estudios de investigación de los hospitales y departamentos de salud que no contaban con fundación propia.
A partir de 2012 y a través del decreto ley de Racionalización del Sector Público Empresarial y Fundacional de la Generalitat, Fisabio absorbió al Centro Superior de Investigación en Salud Pública y pasó a aglutinar bajo su paraguas a las institutos de investigación ya existentes del Hospital Peset, el General de Alicante y el General de Elche y la actividad científica de 17 de los 24 departamentos de salud de toda la Comunitat, incluido el de la Marina, bajo concesión administrativa.
Además Fisabio integra a la Fundación Oftalmológica del Mediterráneo (FOM) a través de la que ofrece asistencia a pacientes oftalmológicos en el edificio de Pío Baroja.
Desde su constitución como la actual Fisabio, la entidad comparte espacio investigador con el resto de fundaciones del panorama valenciano: el Incliva, del Hospital Clínico, el Instituto de Investigación Sanitaria de la Fe, la del Hospital General de Valencia, el Instituto Superior Príncipe Felipe o el hospital provincial de Castelló y con las que pugna por conseguir fondos de investigación europeos e internacionales con los que desarrollar sus programas más allá de los fondos públicos a los que tienen acceso de forma directa o las donaciones que también recibe.
327 investigaciones y 1.213 ensayos
Gracias a los fondos públicos y privados que recibe, la fundación llevó adelante el año pasado 327 proyectos de investigación y 1.213 estudios clínicos, además de gestionar 7 patentes y 3 modelos de utilidad.
Las investigaciones se desarrollan en áreas tan diferentes como el cáncer, las vacunas, la seguridad alimentaria, genómica o enfermedades raras. En sus laboratorios se comprueba, por ejemplo, la efectividad de la vacuna del herpes zoster en mayores, se evalúan las cepas de la legionela para encontrar más rápidamente los focos de infección cuando se detecta un brote de la enfermerdad o se intenta avanzar en problemas como las bacterias multirresistentes. Fisabio y el hospital de Elche han patentado un test para su detección rápida.
