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Renuncia

La primera "pieza" cobrada en un año

Un proceso rápido provoca la caída de Salas, tramitada mediante dimisión y sin el agravio de una destitución

Un año después (exactamente, 378 días) de la llegada del nuevo Consell bipartito, la de Dolores Salas es la primera cabeza que rueda por un escándalo político. La situación de la ya exsecretaria autonómica de Sanidad era difícilmente sostenible desde hace días. No obstante, y pese a la contundencia del informe sobre las irregularidades „siempre en trazo fino, como corresponde a un órgano técnico como la Inspección de Servicios„, el Consell ha permitido que Salas salga de la conselleria mediante una dimisión, sin el agravio de una destitución. Sólo puede entenderse como una concesión del PSPV a Compromís y a la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra. La rapidez con que ayer tarde la formación nacionalista saltó a reivindicar «la valiente labor» de Salas en la gestión de la sanidad pública no hace sino reforzar esa idea.

Con todo, también toca ahora un ejercicio de memoria histórica y recordar cuando los hoy partidos en el poder lapidaban „verbalmente„ al expresidente Alberto Fabra por facilitar la dimisión de diputados del PP y cargos al otro lado de la línea roja sin colorearles la cara con una destitución en toda regla en el Diari Oficial.

Con lo dicho por delante, existe asimismo una tendencia en el mundo político valenciano a pensar que el equilibrio de fuerzas entre PSPV y Compromís ha retrasado la despedida de la alto cargo. Sin embargo, existen ejemplos diversos de longevidad política de ilustres de la política en gobiernos de un solo color: los casos del ministro Fernández Díaz o el exministro Arias Cañete, ambos del PP y ambos miembros del Gobierno en mayoría absoluta de Rajoy ahora o en el pasado, quedan como buena muestra.

Puede que el tiempo corra deprisa para algunos, pero el escándalo por la contratación de la hija de Salas en una fundación sanitaria pública (Fisabio) de cuyo patronato había formado parte la ex número dos de Sanidad tiene apenas un mes de vida. No parece tampoco que la Conselleria de Transparencia, donde se inscribe la Inspección, haya procedido con lentitud. Otro asunto distinto es si el informe debería estar a disposición al completo y no solo parcialmente tratándose de una secretaria autonómica de un gobierno «de la transparencia».

En cuanto a los tiempos del caso, la marcha por la puerta de atrás de la número dos de Sanidad solventa un hecho que preocupaba en Presidencia: que en la anunciada remodelación del segundo escalón del Consell se mezclaran las situaciones de aquellos que están en el disparadero por comportamientos éticamente poco claros „dígase Dolores Salas y Mónica Cucarella„ con las de los que saldrán simplemente porque se considera que se puede hacer un diseño del organigrama que mejore la eficacia de la gestión.

Salas, por lo demás, es la alto cargo del Consell de más alto rango que cae. Es también la primera que ha de coger la puerta de salida por un escándalo. De nepotismo, en este caso, porque, según la Inspección, «se ha podido lesionar presuntamente el principio de imparcialidad» en la contratación temporal de su hija por Fisabio.

El de Salas es el primer adiós „que no despido, formalmente„ en el nuevo Consell por una supuesta mala praxis en la gestión. Antes, María Diago fue destituida de la dirección general de Cambio Climático y Calidad Ambiental por «incompatibilidad» con su superior jerárquico, el secretario autonómico Julià Álvaro, y Julián López dejó la secretaría de Financiación, en la Conselleria de Hacienda, para encabezar la candidatura socialista en las elecciones generales de diciembre, recientemente repetidas.

Nada más de peso en un año largo e intenso, que algunos preveían como caótico. La cuestión ahora es si la espita „y la herida„ queda cerrada o los escándalos (con fundamento) no van a dejar de gotear y contaminar la cohabitación.

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