Sólo una mascletá puede llegar a concentrar 60.000 personas. Y están en plena calle. Es lo que en la lucha antiterrorista se conoce como un «objetivo blando». Es la imagen más similar a la de la multitud que el jueves por la noche disfrutaba de un castillo de fuegos artificiales para celebrar el 14 de julio, el día nacional de Francia, en el paseo marítimo de Niza y que se convirtió en objetivo de un terrorista autónomo radicalizado.

Fuentes de Interior consultadas por Levante-EMV admiten que acciones como la de la conocida ciudad de la Costa Azul francesa son «las más difíciles de prevenir. El terrorista busca los objetivos blandos por su doble función de alta vulnerabilidad y de efecto aterrador sobre la población».

Las mismas fuentes reconocen que los planes de prevención de acciones terroristas en la Comunitat Valenciana «se complican mucho por la abundancia de esos objetivos blandos».

Sólo en Fallas, el «cap i casal» puede llegar a duplicar su población. Hay aglomeraciones en las «mascletades» -y hay más de veinte-, en la Nit del Foc y el resto de noches de castillos, en la Ofrenda a la Mare de Déu, en la Crida y en la Cremà. Y esa misma multitud continúa como objetivo blando cuando abarrota los medios de transporte -principalmente el metro- en las horas previas y posteriores a esos eventos.

Ese mismo fenómeno se reproduce en Alicante con las Hogueras y en Castelló, con las fiestas de la Magdalena. Pero, además, se incrementa el riesgo con los eventos deportivos multitudinarios al tener dos equipos de fútbol en Primera División -el Valencia CF y el Villareal CF-, otros dos en Segunda A -el Levante UD y el Elche CF- y un quinto en Segunda B, el Hércules CF.

A ello se une, por supuesto, la masificación de las cientos de kilómetros de playas de la costa valenciana a lo largo de todo el verano.

La única fórmula para tratar de minimizar riesgos es la visibilización de la seguridad, de ahí que todos los planes de refuerzo de la prevención de acciones terroristas pasen por el aumento de la presencia policial en la calle, incrementado la capacidad disuasoria de los uniformes y las armas.

Ribó admite la vulnerabilidad

Tras el brutal atentado perpetrado el jueves en Niza, la imagen de una Valencia como objetivo potencial de una acción de ese tipo dada la profusión de aglomeraciones humanas se pasó por muchas cabezas.

De hecho, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, admitió a preguntas de los periodistas que «el riesgo cero no se puede garantizar». Aún así, tanto el primer edil como la concejala de Seguridad Ciudadana, Sandra Gómez, lanzaron un mensaje de tranquilidad a la población. Aunque reconocen que la masacre de Niza ha vuelto a encender las alarmas, insisten en que «estamos en plena coordinación con el resto de cuerpos y fuerzas de seguridad para reforzar las medidas de seguridad en nuestros actos públicos», declaró ayer Sandra Gómez.