De los imprevistos que pueden ocurrir en un viaje, ser testigos de un intento de golpe de Estado quizás sea uno de los más inimaginables. No obstante, es lo que le ocurrió a dos parejas valencianas que viajaron a Asia y debían hacer escala en Estambul para volver a casa la noche en el que se precipitaron los acontecimientos en Turquía, donde durante unas horas no se supo quién ostentaba el poder.

Ayer, pasadas las 16.30 horas, llegó a Manises el primer vuelo procedente de Estambul después de la asonada. Algunos familiares esperaban impacientes la llegada de sus seres queridos, pues los momentos de angustia habían sido muchos. Además de la falta de información generalizada, al estar en el extranjero las comunicaciones en algunos casos se limitaban a mensajes de Whatsapp.

«Salíamos de Bangkok y teníamos que ir a Estambul para volver a casa. Al final acabamos en Adana [la quinta ciudad de Turquía]», explicaba ayer Sergio Martín. «Estuvimos más de 24 horas sin saber nada de la compañía, nos hemos tenido que averiguar la vida nosotros: ir al aeropuerto, coger los vuelos, llegar a Estambul... y hacer que todo cuadrara para estar hoy aquí», narraba el joven a su llegada a Valencia. Afirmó que el miedo que tenían era el de tener que «estar ahí dos o tres días sin poder hacer nada».

Mismo destino corrieron María González y su novio, también procedentes de Tailandia. Volvían el viernes por la noche de un viaje que fue pensat i fet, según contaba su hermana mientras la esperaba.

En Adana recogieron su equipaje y unos autobuses les llevaron hasta un hotel. «Nos dijeron que teníamos que esperar», contaba María ayer. «Pasaron las horas y no vino nadie a avisarnos», así que decidieron irse por su cuenta cuando se enteraron de que turistas alojados en otro hotel ya estaban siendo trasladados al aeropuerto para regresar. «Cuando nos íbamos a ir en taxi, vimos a un autobús que recogía a unos chicos de otro hotel y pedimos que nos llevaran ». Después de una noche de espera en Adana, consiguieron billetes para Estambul y también para Valencia y, en su caso, todos los gastos corrieron a cargo de Turkish Airlines.

«La embajada se puso en contacto con nosotros, pero había un poco de descontrol, no sabían muy bien dónde estábamos...; cuando pasó todo nos dijeron que en principio estaba solucionado, que no había situación de emergencia y que ellos ya no jugaban ningún papel», apuntó María.

Del intento de golpe de Estado se enteraron por sus familiares de España, ya que no lo comunicaron en el avión y ellos pensaron que Atatürk estaba cerrado por un nuevo atetando. «Un golpe de Estado no nos lo imaginábamos, para nada», reconocía María. «Pensamos que si prosperaba, a ver cómo salíamos de ahí...», admitió.

Sergio pasó miedo. «No le aconsejo a nadie salir a medianoche y ver lo que se vivió allí. Militares no vimos, pero sí gente cubierta, con coches, pitando, con la bandera... que nos miraban extraños», confesó. Por su parte, María no lo recuerda así. Afirmó que en su estancia en Adana la situación era «relativamente tranquila», pero sí sufrió la ausencia de datos. «Faltó información, estábamos un poco desesperados. No sabíamos si nos habían dejado en el hotel o vendrían a por nosotros», matizó.

Los familiares que estaban en la terminal, como Mari Carmen Peris, relataban con angustia cómo siguieron los acontecimientos: «No podíamos hablar con ellos porque estaban volando, y mirábamos por internet y no sabíamos a quién creer». Finalmente, ayer todos se reencontraron, entre vítores, abrazos y lágrimas de alegría.