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Análisis

RTVV: ¿Quién tiene más culpa?

El proceso empezó apresurado, se torció ignorando al PP en el consejo rector y se hundió cuando cuotas y vetos triunfaron

La pregunta tiene difícil respuesta. Habría que empezar por una ley que impone soberanas limitaciones para ser miembro del máximo órgano de gobierno de la nueva televisión autonómica: diez años, como mínimo, en puestos elevados o méritos «relevantes», no tener ningún vínculo con empresas audiovisuales o medios de comunicación y estar dispuesto a cobrar solo dietas. Y habría que continuar con el margen tan reducido para presentar candidatos al consejo rector: 48 horas entre la aprobación de la ley y el tope para registrar la hoja con los diez nombres, incluido el del presidente. Pero había que enchufar pronto la tele?

Bajando al barro, a Podemos se le pueden atribuir más errores, lógico por otra parte porque es el que ha llevado el peso de la ley y del proyecto, porque así lo quiso, sí, y porque el Consell prefirió apartar de sí un asunto que sabía explosivo y despejarlo a las Corts. Quizá el principal error de Antonio Montiel y los suyos fue empezar la negociación dejando a un lado al partido más votado de la Comunitat Valenciana. Vale que un acuerdo del tripartito con Ciudadanos suponía apoyo suficiente para sacar adelante el consejo rector, pero ir con el consenso por delante „presuntamente„ como han reiterado e ignorar al PP y sus 31 diputados no parece el mejor ejemplo.

Aceptada la metedura de pata, Podemos tuvo el gesto de ceder uno de los miembros que le habían tocado a los populares, que estaban menos representados que el resto de grupos. Pero no miró el nombre de la persona que le sugerían.

Ahí entraría el error del PP. Se puede pensar que actuó movido por el ánimo de despecho, pero incluir en la lista al consejo rector a dos cargos del viejo Canal 9, un exdelegado en Alicante y, sobre todo, una exjefa de Informativos de la era Camps, sabía que era todo menos una invitación al consenso.

Dicen los socialistas que la responsabilidad de un mal nombre en un órgano colegiado es de quien lo propone, no del resto, pero si esto iba a ser nueva política y una televisión alejada de los vicios del pasado? Al final, y en ello tiene razón Podemos, la cultura de las cuotas de partido se ha acabado imponiendo a la política del consenso para la que estaba pensada la ley.

A Ciudadanos hay que achacarle su radical cambio de criterio en cuestión de horas, llevado hasta el extremo de bloquear todo un consejo en el que estaba sobrerrepresentado. Tenía la llave, sí, ¿pero es argumento para imponer a los otros tres partidos del pacto su criterio?

Y si al final Josep López era un candidato con competencia profesional para presidir RTVV y el problema, más que su mujer sea prima de Alfred Boix (PSPV) y él tenga relación de antiguo con Ximo Puig (periodista, también, de profesión), era «la deslealtad» del PSPV de no advertirles de estos detalles, se antoja excesiva como reacción devolver a corrales el proceso de puesta en marcha de la nueva televisión. Y si no eran las órdenes de Barcelona, a ver si los naranja han sido arma ejecutora en una batalla entre periodistas.

¿Y Compromís? De perfil, más bien. Es verdad que el peso lo llevaba Podemos, pero ha aprendido de Rajoy en su posición sobre el presidente: si mantenían a López, adelante; si lo relevaban, pues casi mejor. Así llegamos al final: ¿era tan necesario mantener al excorresponsal en Bruselas? Era el segundo ya, alegan en el PSPV, pero en política ¿hay alguien imprescindible?

En fin, sirva el dicho que comentaba un periodista en los pasillos de Corts: entre todos la mataron y ella sola se murió.

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