La apertura de la vía valenciana para conectar el sur de Europa con el norte de África ha supuesto un respiro para los miles de emigrantes magrebíes que cada año aprovechan las vacaciones estivales para ir a visitar a los suyos, que se ahorran casi 200 kilómetros hasta el siguiente puerto con conexión a Argelia -el de Alicante-. Pero también ha traído un esfuerzo extra para la Policía Nacional y la Guardia Civil, que han tenido que redistribuir agentes para poder afrontar los controles de seguridad en los barcos que cubren la ruta Valencia-Mostaganem-Valen-cia, inaugurados en uno de los momentos más delicados: cuando el nivel de la alerta terrorista se sitúa en 4 (la escala es de 5).

Desde que las dos compañías que cubren el servicio -Baleària y Algerie Ferries- inauguraron la ruta, ambos cuerpos han programado servicios diarios de control tanto en las llegadas como en las salidas. Y desde que comenzó el verano, hay barco casi todos los días.

Por competencias, la Guardia Civil tiene bajo su reponsabilidad la vigilancia de las mercancías y de los vehículos. El control se ejerce con perros adiestrados en la detección de armas, explosivos y estupefacientes, además del control del escáner por el que necesariamente han de pasar todos los vehículos y mercancías, tanto de los que salen como de los que entran.

La Policía Nacional, por su parte, ha incrementado el número de agentes de la Brigada de Extranjería y Fronteras adscritos a la comisaría del Puerto, para poder controlar la documentación de todos y cada uno de los pasajeros, en los embarques y en los desembarques.

A los agentes uniformados en los puestos de control visibles, se le suma la discreta vigilancia que realizan los agentes de las unidades antiterroristas de ambos cuerpos. De momento, no han detectado ningún intento de salida ni de entrada a Europa de yihadistas controlados por los servicios de Información occidentales.