Se nos ha ido silencioso, discreto, pausadamente, en pleno mes de agosto, para no molestar a nadie, y antes de que comenzar la gran feria de la ciudad que tanto amaba. En Xàtiva era toda una institución, como su padre. Hombre de genio y figura. De fino humor y corazón de oro. Trabajador nato, incansable escritor. Hizo Derecho, se licenció, pero le pudo el periodismo, su gran pasión y vocación. Cambió los instrumentos legales por los de la comunicación.

Con él coincidí en algunos medios, fue un tanque, un todoterreno en el gabinete de prensa de la diputación, cuando me confiaron la responsabilidad de dirigirlo. Los dos peleamos lo nuestro para que el departamento fuera no un balneario al uso, sino un lugar de apoyo a los periodistas. Nuestra idea fue la de servir, transmitir, comunicar, y no un mero aparato de agitación y propaganda.

Instalamos el servicio de noticias a las teles por satélite. Hasta entonces un coche iba por los pueblos repartiendo cintas de video. Inventamos dar en directo por televisión acontecimientos musicales que promovía la diputación. Suya fue la idea de ser el nuestro el gabinete de prensa de los Ayuntamientos menos pudientes. Llegaba el primero, se iba el último. Se ofrecía voluntario a todos los marrones. No se perdía ninguna carrera popular. Fue la época en que Fernando Giner era presidente. Con Rus en el poder, no se valoró el trabajo hecho, menos el de él.

Rafael Gil, con su aspecto abacial, no se arredró, nunca dejó de ser periodista con pasión, vibraba con todo lo que fuera noticia. Tenía un don especial para saber lo que era noticia o no, para detectar aquello digno de ser transmitido a la sociedad, algo que falla demasiado en quienes se dedican a este oficio. Llevaba el oficio encima. Se pasaba horas escribiendo para su trabajo y su ocio. Tenía varios blogs y se carteaba con los personajes más variopintos. Hasta sus viajes en tren a Valencia los aprovechaba para que Renfe rectificara sus vicios. No había día que no presentara por escrito alguna reclamación o queja de deficiencia observada.

Humano, muy humano, defensor a ultranza de su familia, servicial, bondadoso, hogareño, fue un esqueje importante del tejido social de Xàtiva, y los pueblos de su comarca a los que promocionaba y ensalzaba con sus colaboraciones literarias diversas, incluso con sus finas y diplomáticas críticas y comentarios allá donde tenía audiencia. Era, por demás, buen conocedor de la historia y realidad de toda la Costera, patria chica, su segunda familia, a la que amó y por la que tanto pugnó.