No es una disputa por sillones metonímicos, sino reales, literales, físicos. El Partit Demòcrata Català (PDC, antes Convergència de Catalunya) y Compromís se encuentran en su primera semana de coexistencia dentro del grupo mixto del Congreso y, como pasa al principio de cualquier relación, las formaciones están estableciendo roles que determinarán la convivencia futura. Una de las primeras ocasiones para determinar estas posiciones es la del reparto de los asientos dentro del propio hemiciclo, como quien sabe que elegir pupitre en el aula el primer día de clase va a marcar el resto del curso (en este caso, de legislatura).

Ambos partidos debatirán y lucharán por quedarse «los mejores sillones», los que tienen mayor visibilidad en el graderío, aunque por el momento no se sabe cuáles serán exactamente las butacas en liza. Ayer se intentó llegar a un acuerdo en la Cámara Baja para repartir los asientos entre las formaciones, pero no hubo consenso y la decisión ha sido pospuesta. Para el grupo mixto, la Mesa del Congreso había dispuesto las filas superiores del bloque central del hemiciclo, conocido como «el gallinero». Un espacio que los integrantes de la agrupación mixta (PDC, Compromís, Bildu, Unión del Pueblo Navarro, Foro Asturias, Coalición Canaria y Nueva Canarias) rechazaron ayer, como hizo Podemos en la anterior legislatura.

Otro de los principales obstáculos para definir el lugar físico que ocuparán los diputados en esta legislatura es que Unidos Podemos y ERC aspiran a ocupar algunos de los asientos que deja libre el PDC, cuyos ocho diputados ahora están en el mixto. La decisión de la Mesa de colocar en «el gallinero» a la antigua Convergència levantó la crítica de Carles Puigdemont. Al tiempo que el también catalán Albert Rivera lanzaba el órdago a Mariano Rajoy para formar gobierno bajo sus seis condiciones, el presidente de la Generalitat Catalana ironizó con la intentona de la Mesa de «defenestrar» a sus compañeros de partido: «Es que no acaban de encontrar los 'escaños de cara a la pared' donde nos querrían confinar», repuso.

Hacienda y Fomento, a disputa

Además del juego de sillones, la semana depara otro frente abierto entre Compromís y los nacionalistas catalanes. Se trata de la adjudicación de representantes en las comisiones parlamentarias. Los valencianos temen quedarse sin voz en mesas de reuniones clave como Hacienda o Fomento, donde tener a una persona comisionada (o dos, dependiendo de los que les concedan), les otorga preferencia a la hora de presentar iniciativas. No en vano, el corredor mediterráneo o la financiación serán dos de los pilares sobre los que pivotará la actividad parlamentaria de los cuatro representantes de Compromís.

La formación también pedirá estar en la comisión Constitucional y en aquellas que representen algunas de las competencias que la Comunitat Valenciana tiene compartidas con el Estado. Los parlamentarios valencianos esperan que los catalanes se avengan a debatir y repartir consensuadamente la presencia en estas comisiones, aunque temen que no cedan en las áreas estratégicas.

Compromís optó por ir al grupo mixto después de que la Mesa del Congreso rechazara uno propio para los nueve diputados de A la Valenciana. La coalición se decantó por esta opción en vez de por integrarse en la bancada de Unidos Podemos para ganar en visibilidad, esperando ser la fuerza mayoritaria en el mixto, con cuatro diputados. Ahora, la irrupción de los ocho de PDC lo cambia todo.