Captar inversiones en Bruselas se ha convertido en un objetivo crucial para el Consell. Con esa misión se marcha a Bruselas el nuevo delegado, Joan Calabuig. Pero, en la capital comunitaria el exteniente de alcalde del Ayuntamiento de Valencia no se va a encontrar precisamente con una legión de funcionarios entregados a la causa de la búsqueda diaria del maná europeo para ciudadanos y empresas valencianas.

Más bien al contrario. En un ecosistema donde más de 15.000 lobbistas tratan cada día de ejercer presión ante las autoridades comunitarias y donde las regiones ricas como Baviera son las que más subvenciones captan porque tienen más personal dedicado a ello, el nuevo ministro de Exteriores valenciano se va a encontrar cuando aterrice en Bruselas con una oficina reducida al mínimo y prácticamente desmantelada.

Cinco trabajadores para afrontar la ingente tarea de procurar inversiones europeas para un territorio especialmente afectado por la crisis económica. Además, cuando Calabuig llegue a la oficina de la avenida Edmond Mesens, a dos paradas de metro de la instituciones europeas, encontrará un inmueble en el que hasta hace cuatro días daban la bienvenida dos carteles que están muy lejos de la imagen que el Consell actual quiere dar. Uno, el de Agua para todos, la reclamación del trasvase del Ebro sepultada hace años, y otro una recopilación de inversiones en la época de Rafael Blasco como conseller, hoy encarcelado.

Con esos mimbres, el Consell ha abierto un proceso de selección para fichar a un coordinador y a otras tres personas, lo que acercará a la decena el equipo de Calabuig sin que eso aumente el gasto del Consell en política exterior, remarca el exeurodiputado. «No hay recursos para más, no podemos pedir imposibles, trabajaremos con la máxima austeridad y eficiencia», asegura el delegado, que ayer presentó su proyecto.

Pero Calabuig está convencido de que puede dar a la delegación un impulso más político del que tenía hasta ahora y sobre esa senda inicia el camino: «Vamos a darle un cariz muy político a la delegación, necesitamos más personal, pero vamos a iniciar ya mismo los contactos políticos, queremos estar presentes en los órganos de decisión de la UE», explica.

Para ello resulta fundamental la conexión con el Gobierno de España. Calabuig admite que aún no ha contactado con el ministro de Exteriores, el valenciano José Manuel García-Margallo y tampoco sabe si el Gobierno de España se tomará bien que el Consell refuerce su delegación en Bruselas.

Pero, Calabuig se marca como objetivo convertir a la Comunitat Valenciana en un grupo de presión: «Tenemos que hacer el trabajo de lobby, conseguir posicionarnos y lograr más recursos y más programas y dotación valenciana para la Comunitat Valenciana, la voz de los valencianos tiene que estar presente», dijo ayer.

Acabar con la crisis reputacional

«Para nosotros la captación de inversiones es fundamental para salir de la crisis», insiste el delegado que anuncia contactos con los eurodiputados de todos los grupos y con la representación permanente del Gobierno de España ante la UE, que es, al fin y al cabo, quien decide las prioridades.

Con todo, uno de los objetivos básicos del Consell es presionar en favor del corredor Mediterráneo, una infraestructura que está mejor vista por parte de las autoridades de Bruselas que por el Gobierno de España. «Necesitamos colaborar con el Gobierno, sólo aspiramos a trabajar conjuntamente a nada más, reforzar nuestros propios intereses y seguro que nos entenderemos y esperamos máxima sintonía con la representación del Gobierno», asegura.

Además, el Consell se marca dos objetivos más: recuperar la imagen y levantar la hipoteca reputacional y trasladar a la UE que el Consell se alinea con sus políticas.